30/04/2017, 17:05
La chica del pelo rosado quizás se lo pensó dos veces al ver a tanto roedor suelto, o simplemente recapacitó o pensó en el bienestar de los pobres animales, a saber. Pero por una o por otra, en vez de lanzarse a atacar al alfa, lo advirtió de que iba a recoger las cosas y no quería problemas. Incluso se molestó en señalar las cosas que iba a tomar, las cuales estaban tras una banda de 10 roedores. ¿Acaso pensaba que éstos la iban a entender?
La rata alfa gritó mas fuerte, como en una entablada conversación de lideres de facciones en mitad de una guerra cruel y despiadada. Entonces, en mitad de la acalorada conversación, la chica se giró y comenzó a andar con paso firme y decisión hacia su objetivo.
Los roedores que tenía a su frente comenzaron a gritar despavoridos, con un ritmo muy similar al que hacía la alfa, pero claramente no tan convencidas. La mayoría salieron corriendo de un lado a otro al ver que la chica avanzaba hacia ellos, algunos de los roedores incluso mordían con recelo aquello que se cruzaban mientras corrían de un lado a otro. Apenas un par de ellas quedaron en el sitio, como piqueros que ansiaban alzar el arma a mitad del progreso de los enemigos, enemiga en éste caso. Pero no, ni tan siquiera cuando la chica estaba a dos pasos de ella, que podían perfectamente morder, llegaron siquiera a intentarlo.
Los roedores, que en alguna ocasión se entremeterían hasta por las piernas de la chica, parecían indispuestos a combatir, ya estuviese en juego el destino del reino. Sin embargo, una de éstas ratas que corrían despavoridas, en un momento dado, llegó a morder de nuevo a la chica en el tobillo. De nuevo, un intenso dolor recorrería su columna, avisándole del hecho.
La rata alfa gritó mas fuerte, como en una entablada conversación de lideres de facciones en mitad de una guerra cruel y despiadada. Entonces, en mitad de la acalorada conversación, la chica se giró y comenzó a andar con paso firme y decisión hacia su objetivo.
Los roedores que tenía a su frente comenzaron a gritar despavoridos, con un ritmo muy similar al que hacía la alfa, pero claramente no tan convencidas. La mayoría salieron corriendo de un lado a otro al ver que la chica avanzaba hacia ellos, algunos de los roedores incluso mordían con recelo aquello que se cruzaban mientras corrían de un lado a otro. Apenas un par de ellas quedaron en el sitio, como piqueros que ansiaban alzar el arma a mitad del progreso de los enemigos, enemiga en éste caso. Pero no, ni tan siquiera cuando la chica estaba a dos pasos de ella, que podían perfectamente morder, llegaron siquiera a intentarlo.
Los roedores, que en alguna ocasión se entremeterían hasta por las piernas de la chica, parecían indispuestos a combatir, ya estuviese en juego el destino del reino. Sin embargo, una de éstas ratas que corrían despavoridas, en un momento dado, llegó a morder de nuevo a la chica en el tobillo. De nuevo, un intenso dolor recorrería su columna, avisándole del hecho.