1/05/2017, 20:43
Nada más entrar, cerró la puerta para evitar que los animales escaparan. Se dio la vuelta y contemplo el caos más absoluto, los bichejos se habían descontrolado totalmente, corrían de un lado a otro llevando la destrucción a cada rincón del almacén.
—Dios... mío...— de repente un fuerte golpe y una nubareda de humo —Cof, cof— fuese lo que fuese, ese humillo hizo escocer su garganta.
Cuando se disipó un poco en el aire, la joven pudo ver sin tiempo para reaccionar como unas veinte ratejas corrían en su dirección. Pasaron entre sus piernas, dos de ellas volvieron a soltarles dos bocaditos infernales que hicieron que se le saltasen las lágrimas de dolor "Voy a matarlas a todas...."
Sin embargo, a veces el diablo va y se pone de tu parte, aunque solo fuese por una vez. La caída del palé había dejado esparcidos multitud de productos, que casualmente eran los que la chica necesitaba para poder salir de allí de una vez por todas.
"Ahora o nunca" a toda velocidad comenzó a con su habitual modus operandi, agrupar todo junto a la puerta. Izumi se movía todo lo rápido que podía, evitando pisar cualquiera de esos animales. Lo último que necesitaba aquel almacén era más violencia.
En cuanto tuvo todo colocado junto a la puerta, la atascó y comenzó a sacar los productos al pasillo. Esta vez colocó su cuerpo entre medias, para que ella misma actuase como un muro extra de contención. Con su rodilla derecha, mantenía la hoja de la puerta reforzada, por si algún animal trataba de quitar la lata que usaba de tope "Rápido, rápido"
Una vez acaba la opertiva, Izumi salió al pasillo a toda velocidad, cerrando tras de sí.
—Ufff— suspiró aliviada, mientras apoyaba su espalda contra la puerta.
Esta vez se tomó un instante, antes de comenzar de nuevo el traslado de los productos hasta la planta baja. Tres o cuatro viajes bastarían para llevar toda la mercancía hasta el pie de la escalera y una vez lo tuviera todo abajo comenzaría a rellenar la estantería con cuidado, no quería perder ninguno de sus preciados componentes pues volver a entrar en ese almacén no era una opción.
—Dios... mío...— de repente un fuerte golpe y una nubareda de humo —Cof, cof— fuese lo que fuese, ese humillo hizo escocer su garganta.
Cuando se disipó un poco en el aire, la joven pudo ver sin tiempo para reaccionar como unas veinte ratejas corrían en su dirección. Pasaron entre sus piernas, dos de ellas volvieron a soltarles dos bocaditos infernales que hicieron que se le saltasen las lágrimas de dolor "Voy a matarlas a todas...."
Sin embargo, a veces el diablo va y se pone de tu parte, aunque solo fuese por una vez. La caída del palé había dejado esparcidos multitud de productos, que casualmente eran los que la chica necesitaba para poder salir de allí de una vez por todas.
"Ahora o nunca" a toda velocidad comenzó a con su habitual modus operandi, agrupar todo junto a la puerta. Izumi se movía todo lo rápido que podía, evitando pisar cualquiera de esos animales. Lo último que necesitaba aquel almacén era más violencia.
En cuanto tuvo todo colocado junto a la puerta, la atascó y comenzó a sacar los productos al pasillo. Esta vez colocó su cuerpo entre medias, para que ella misma actuase como un muro extra de contención. Con su rodilla derecha, mantenía la hoja de la puerta reforzada, por si algún animal trataba de quitar la lata que usaba de tope "Rápido, rápido"
Una vez acaba la opertiva, Izumi salió al pasillo a toda velocidad, cerrando tras de sí.
—Ufff— suspiró aliviada, mientras apoyaba su espalda contra la puerta.
Esta vez se tomó un instante, antes de comenzar de nuevo el traslado de los productos hasta la planta baja. Tres o cuatro viajes bastarían para llevar toda la mercancía hasta el pie de la escalera y una vez lo tuviera todo abajo comenzaría a rellenar la estantería con cuidado, no quería perder ninguno de sus preciados componentes pues volver a entrar en ese almacén no era una opción.