2/05/2017, 00:46
—No tienes nada que temer— la voz volvió a retumbar de nuevo por todo el túnel
"Eso lo dirás tú..." aunque las palabras que pronunciaba la voz debían resultar tranquilizadoras, el efecto que producía en aquel lugar era exactamente el opuesto.
Armándose de valor, comenzó a caminar hacia la luz lentamente, tratando de discernir que había al otro lado. Sin embargo, la luz resultaba tan potente en contraste con la oscuridad de donde se encontraba, que apenas podía mantener la mirada al frente.
Aunque no tardaría más de un minuto en llegar hasta el final de túnel, ha Izumi se le hizo eterno. Sentía casi como si el tiempo se hubiese parado, como si no hubiese nada más en el universo a parte de ella y lo que quisiera que hubiese al final de aquel pasillo natural.
Nada más cruzar el umbral, se encontró en una inmensa bóveda. Desde el techo se veían tanto discurrir como caer raíces de plantas, alguna que otra gota de agua y agujerillos que debían usar algún tipo de animalillo para viajar de un sito a otro. No era difícil adivinar que estaban a bastante profundidad bajo la tierra.
En el centro de la sala había una enorme hoguera y tras está, una sombra enorme. Izumi se detuvo nada más divisarla, no sabía muy bien que podía ser aquello... ella había esperado algún tipo de criatura humanoide gigante pero aquello no tenía ninguna forma familiar. Era casi un circulo, excepto por una parte que se asemejaba a una flecha roma
"¿Qué...?" sobre aquella enorme sombra, surgieron dos esferas gigantes de color amarillo oscuro que resplandecían a la luz del fuego. Aquellos enormes ojos registraron toda la sala hasta posarse en la chica, que asistía a aquella revelación con estupefacción
—Acércate— ordeno aquella profunda voz, que claramente surgía de la criatura que tenía justo delante
Sin pensarlo, la joven decidió obedecer y se acerco hasta quedar a un par de metros de la hoguera central
—¿Es ella?— pregunto, desviando la mirada hacia el suelo, en un lateral.
Izumi hizo lo mismo y divisó al pequeño reptil que había ayudado antes, lo reconoció por que se veía el color rojizo de su ungüento sobre las escamas del animal "Esto es absurdo..." ahora mismo no sabía muy bien que era lo que estaba pasando, totalmente descolocada. No estaba segura por qué estaba allí, ni siquiera si estaba o no en peligro, pero no tenía escapatoría
—Ya veo— aquellos inmensos ojos amarillos volvieron a posarse sobre la joven, que casi dio un respingo —No debes temer, humana. No te haré daño— hizo una breve pausa —Has salvado la vida de uno de mis súbditos y quería agradecértelo, por eso estás aquí—
—No... ha sido nada, de verdad— trato de quitar importancia al asunto, haber si con un poco de suerte la dejaba irse
—Quizás tengas razón, pero un buen gobernante debe saber ver más allá de los gestos— replicó con tranquilidad aquella mole oscura de ojos amarillos —¿Cómo te llamas pequeña humana?—
—Sanshouo Izumi, señor— respondió como lo haría ante un superior, aunque no tenía muy claro de si la palabra "señor" debía utilizarse para referir a una criatura gigante no humana
—Hum..— su voz sonó sorprendida —¿Sanshouo dices?—
—Así es, soy la actual Heredera del Clan— especifico un poco más para que viese que no mentía
—Interesante— la enorme sombra se adelanto un poco, revelándose al fuego —Muy... interesante— la luz de la hoguera reveló una enorme cabeza de lo que parecía una salamandra gigante, que la observaba ahora con mucho más detenimiento —Mi nombre es Kotohito, uno de los Siete Reyes Regentes de las Salamandras— la kunoichi tragó saliva, había escuchado ese nombre en cuentos que su abuela le había contado cuando era más pequeña —Y el destino me trae ante mi a una Sanshouo, nada más y nada menos que la heredera— el animal medito un instante sus próximas palabras —Tu familia y la mía han estado ligadas durante siglos, y creo que así debe seguir siendo... pero eres demasiado joven e inexperta aún, tu chakra es aún es débil... Sin embargo, me pareces muy interesante humana— el sonido de una pequeña explosión hizo reverberar toda la cúpula, seguido de una pequeña nube de humo frente a la pelirosa.
Conforme se fue disipando la humareda, pudo divisar un pequeño armero que sostenía entre sus dos brazos de madera una hermosa sirasaya. Tanto la vaina como el mango era de un color morado intenso, casi negro con un sageo de color rojo sangre.
—Toma este arma como muestra de mi agradecimiento, espero que te resulte útil—
—Gra... gracias— titubeo un momento, aún estaba obnubilada por la la belleza del arma —Es preciosa....— extendió ambas manos para tomarla del armero.
Su tacto era increíblemente suave, se notaba que era una madera trabajada por las manos de un autentico experto. Con cuidado, desenvaino levemente la katana para poder contemplar la hoja. El metal resplandeció a la luz de las lamas, desvelando un acero digno del guerrero más avezado.
Izumi quedó prendada de aquella arma al instante, no podía creer que una cosa como aquella estuviese entre sus manos. Sobre la suba pudo divisar un tallado en la hoja, era una salamandra y con la palabra 山椒魚 (Salamandra) escrita en el interior.
—Me alegro de que te guste, pero hay algo más— la pelirosa notó como un quemazón en su espalda, justo entre los omóplatos, casi pegado al final de cuello
—Aff— se quejó la joven, que no pudo evitar llevarse la mano o intentarlo al menos
—No tienes de que preocuparte, joven humana— dijo la voz —solo te he marcado—
—¿Marcado?— no tenía muy claro a que quería hacer referencia, pero algo se iba imaginando al menos por la extraña forma del escozor
—Como te he dicho antes, los Reyes de las Salamandras son Siete— empezó a explicar el animal — Seis salamandras y un humano, pero tras la muerte del último Rey humano hace siglos... hemos sido solo seis— hizo una breve pausa —Por eso te he marcado como sucesora con la palabra 女王 (Reina), hay algo en ti que me indica que eres la correcta... Sin embargo eso no quiere decir que llegues a convertirte en quién yo espero, solo te he postulado. Los otros cinco reyes deben aceptarte como su igual primero—
—¿Por qué yo?—
—Llámalo intuición o mero capricho de un viejo rey como yo, el por qué es algo que escapa a ti o a mí en estos momentos— el enorme animal hizo de nuevo temblar todo con su movimiento, caminaba hacia atrás por lo que su rostro se fue perdiendo en la oscuridad —Ahora si me disculpas, este anciano esta cansado y necesita dormir...—
—¿Pero...?— trató de detenerlo, pero simplemente se perdió en las sombras. Izumi no entendía nada, le había regalado un arma y contado una historieta de los reyes salamandra y puff, una marca sin consentimiento y ahora la dejaba allí —¿Como salgo de aquí?— terminó la pregunta mirando al pequeño reptil que había ayudado anteriormente.
La luz de la hoguera se intensificó un instante, cegándola de nuevo. Cuando recuperó la visión se encontraba en mitad del camino entre la casa del herrero y Taikarune, rodeada de aquellos interminables trigales.
—¿Ha sido una alucinación?— eso fue lo primero que se paso por su mente pero... el tacto del arma que acababa de recibir, le dejó claro que no había sido un sueño. Instintivamente se llevó la mano hasta donde la había marcado, pero solo pudo notar que tenía la piel irritada. Necesitaría un espejo para poder comprobar si era cierta, aunque ahora ya no lo dudaba.
Un tanto descolocada todavía, Izumi aseguraría aquella asombrosa sirasaya en su espalda, junto a su bokuto y pondría rumbo a Taikarune, necesitaba descansar y reflexionar sobre todo lo que acababa de pasar. Quizás incluso viajar hasta casa rápidamente y hablar con su abuela, tal vez ella pudiese darle algún sentido a todo aquello.
—¿Estás seguro de lo que acabas de hacer, Kotohito?— preguntó una voz igual de poderosa que la de la enorme salamandra, pero con un tono más femenino
—Sí...— respondió con serenidad la salamandra de ojos amarillos —Nada más verla, la reconocí... era la humana con la que llevo soñando todos estos años...—
—Solo espero que no te equivoques, si no es ella ya sabes como acabará—
—...— el silencio fue su respuesta, mientras se alejaba perdiéndose aún más en las sombras
"Eso lo dirás tú..." aunque las palabras que pronunciaba la voz debían resultar tranquilizadoras, el efecto que producía en aquel lugar era exactamente el opuesto.
Armándose de valor, comenzó a caminar hacia la luz lentamente, tratando de discernir que había al otro lado. Sin embargo, la luz resultaba tan potente en contraste con la oscuridad de donde se encontraba, que apenas podía mantener la mirada al frente.
Aunque no tardaría más de un minuto en llegar hasta el final de túnel, ha Izumi se le hizo eterno. Sentía casi como si el tiempo se hubiese parado, como si no hubiese nada más en el universo a parte de ella y lo que quisiera que hubiese al final de aquel pasillo natural.
Nada más cruzar el umbral, se encontró en una inmensa bóveda. Desde el techo se veían tanto discurrir como caer raíces de plantas, alguna que otra gota de agua y agujerillos que debían usar algún tipo de animalillo para viajar de un sito a otro. No era difícil adivinar que estaban a bastante profundidad bajo la tierra.
En el centro de la sala había una enorme hoguera y tras está, una sombra enorme. Izumi se detuvo nada más divisarla, no sabía muy bien que podía ser aquello... ella había esperado algún tipo de criatura humanoide gigante pero aquello no tenía ninguna forma familiar. Era casi un circulo, excepto por una parte que se asemejaba a una flecha roma
"¿Qué...?" sobre aquella enorme sombra, surgieron dos esferas gigantes de color amarillo oscuro que resplandecían a la luz del fuego. Aquellos enormes ojos registraron toda la sala hasta posarse en la chica, que asistía a aquella revelación con estupefacción
—Acércate— ordeno aquella profunda voz, que claramente surgía de la criatura que tenía justo delante
Sin pensarlo, la joven decidió obedecer y se acerco hasta quedar a un par de metros de la hoguera central
—¿Es ella?— pregunto, desviando la mirada hacia el suelo, en un lateral.
Izumi hizo lo mismo y divisó al pequeño reptil que había ayudado antes, lo reconoció por que se veía el color rojizo de su ungüento sobre las escamas del animal "Esto es absurdo..." ahora mismo no sabía muy bien que era lo que estaba pasando, totalmente descolocada. No estaba segura por qué estaba allí, ni siquiera si estaba o no en peligro, pero no tenía escapatoría
—Ya veo— aquellos inmensos ojos amarillos volvieron a posarse sobre la joven, que casi dio un respingo —No debes temer, humana. No te haré daño— hizo una breve pausa —Has salvado la vida de uno de mis súbditos y quería agradecértelo, por eso estás aquí—
—No... ha sido nada, de verdad— trato de quitar importancia al asunto, haber si con un poco de suerte la dejaba irse
—Quizás tengas razón, pero un buen gobernante debe saber ver más allá de los gestos— replicó con tranquilidad aquella mole oscura de ojos amarillos —¿Cómo te llamas pequeña humana?—
—Sanshouo Izumi, señor— respondió como lo haría ante un superior, aunque no tenía muy claro de si la palabra "señor" debía utilizarse para referir a una criatura gigante no humana
—Hum..— su voz sonó sorprendida —¿Sanshouo dices?—
—Así es, soy la actual Heredera del Clan— especifico un poco más para que viese que no mentía
—Interesante— la enorme sombra se adelanto un poco, revelándose al fuego —Muy... interesante— la luz de la hoguera reveló una enorme cabeza de lo que parecía una salamandra gigante, que la observaba ahora con mucho más detenimiento —Mi nombre es Kotohito, uno de los Siete Reyes Regentes de las Salamandras— la kunoichi tragó saliva, había escuchado ese nombre en cuentos que su abuela le había contado cuando era más pequeña —Y el destino me trae ante mi a una Sanshouo, nada más y nada menos que la heredera— el animal medito un instante sus próximas palabras —Tu familia y la mía han estado ligadas durante siglos, y creo que así debe seguir siendo... pero eres demasiado joven e inexperta aún, tu chakra es aún es débil... Sin embargo, me pareces muy interesante humana— el sonido de una pequeña explosión hizo reverberar toda la cúpula, seguido de una pequeña nube de humo frente a la pelirosa.
Conforme se fue disipando la humareda, pudo divisar un pequeño armero que sostenía entre sus dos brazos de madera una hermosa sirasaya. Tanto la vaina como el mango era de un color morado intenso, casi negro con un sageo de color rojo sangre.
—Toma este arma como muestra de mi agradecimiento, espero que te resulte útil—
—Gra... gracias— titubeo un momento, aún estaba obnubilada por la la belleza del arma —Es preciosa....— extendió ambas manos para tomarla del armero.
Su tacto era increíblemente suave, se notaba que era una madera trabajada por las manos de un autentico experto. Con cuidado, desenvaino levemente la katana para poder contemplar la hoja. El metal resplandeció a la luz de las lamas, desvelando un acero digno del guerrero más avezado.
Izumi quedó prendada de aquella arma al instante, no podía creer que una cosa como aquella estuviese entre sus manos. Sobre la suba pudo divisar un tallado en la hoja, era una salamandra y con la palabra 山椒魚 (Salamandra) escrita en el interior.
—Me alegro de que te guste, pero hay algo más— la pelirosa notó como un quemazón en su espalda, justo entre los omóplatos, casi pegado al final de cuello
—Aff— se quejó la joven, que no pudo evitar llevarse la mano o intentarlo al menos
—No tienes de que preocuparte, joven humana— dijo la voz —solo te he marcado—
—¿Marcado?— no tenía muy claro a que quería hacer referencia, pero algo se iba imaginando al menos por la extraña forma del escozor
—Como te he dicho antes, los Reyes de las Salamandras son Siete— empezó a explicar el animal — Seis salamandras y un humano, pero tras la muerte del último Rey humano hace siglos... hemos sido solo seis— hizo una breve pausa —Por eso te he marcado como sucesora con la palabra 女王 (Reina), hay algo en ti que me indica que eres la correcta... Sin embargo eso no quiere decir que llegues a convertirte en quién yo espero, solo te he postulado. Los otros cinco reyes deben aceptarte como su igual primero—
—¿Por qué yo?—
—Llámalo intuición o mero capricho de un viejo rey como yo, el por qué es algo que escapa a ti o a mí en estos momentos— el enorme animal hizo de nuevo temblar todo con su movimiento, caminaba hacia atrás por lo que su rostro se fue perdiendo en la oscuridad —Ahora si me disculpas, este anciano esta cansado y necesita dormir...—
—¿Pero...?— trató de detenerlo, pero simplemente se perdió en las sombras. Izumi no entendía nada, le había regalado un arma y contado una historieta de los reyes salamandra y puff, una marca sin consentimiento y ahora la dejaba allí —¿Como salgo de aquí?— terminó la pregunta mirando al pequeño reptil que había ayudado anteriormente.
La luz de la hoguera se intensificó un instante, cegándola de nuevo. Cuando recuperó la visión se encontraba en mitad del camino entre la casa del herrero y Taikarune, rodeada de aquellos interminables trigales.
—¿Ha sido una alucinación?— eso fue lo primero que se paso por su mente pero... el tacto del arma que acababa de recibir, le dejó claro que no había sido un sueño. Instintivamente se llevó la mano hasta donde la había marcado, pero solo pudo notar que tenía la piel irritada. Necesitaría un espejo para poder comprobar si era cierta, aunque ahora ya no lo dudaba.
Un tanto descolocada todavía, Izumi aseguraría aquella asombrosa sirasaya en su espalda, junto a su bokuto y pondría rumbo a Taikarune, necesitaba descansar y reflexionar sobre todo lo que acababa de pasar. Quizás incluso viajar hasta casa rápidamente y hablar con su abuela, tal vez ella pudiese darle algún sentido a todo aquello.
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—¿Estás seguro de lo que acabas de hacer, Kotohito?— preguntó una voz igual de poderosa que la de la enorme salamandra, pero con un tono más femenino
—Sí...— respondió con serenidad la salamandra de ojos amarillos —Nada más verla, la reconocí... era la humana con la que llevo soñando todos estos años...—
—Solo espero que no te equivoques, si no es ella ya sabes como acabará—
—...— el silencio fue su respuesta, mientras se alejaba perdiéndose aún más en las sombras