2/05/2017, 17:50
— ¡¿Pero por qué golpean tanto?! ¡Takuma! ¡Mueve el culo que estoy haciendo la cena!
— ¡Estoy jugando a la consola!
— ¡Parala y ves a ver qué nos quieren vender ahora!
— ¡Los videojuegos no tienen pausa, mamá!
— Ya veras cuando pille a tu padre donde os vais a meter dos el cacharro ese.
La puerta se abrió de golpe de par en par, dejando a Karamaru ante una imponente figura femenina con un delantal y un cucharón. Señaló a éste con el cucharón mientras le gritaba.
— ¡Y tú quieres dejar de golpear que te he oido la primera vez!
Toda la cara y calva de Karamaru se vería salpicada del puré de verduras que había en el cucharón. Si conseguía algo de ese liquido en su boca se daría cuenta de que aún le faltaba algo de sal, pero era su decisión comentarselo a la ex kunoichi que se plantaba delante suyo. Era bastante más alta y musculosa que él, aunque no mucho más que cualquier kunoichi de su que se precie. Tanto su pelo como sus ojos eran de un marron acaramelado.
— ¿Un gennin?
En cuanto pronunció esas palabras un chaval de un par de años menos que Karamaru apareció tras ella.
— Descansa, madre, por favor. Yo soy lo bastante mayor como para mediar con este joven shinobi que NO TENGO NI IDEA de qué será lo que quiere.
La señora miró a su hijo y miró a Karamaru, entonces volvió a mirar a su hijo con una sonrisa socarrona.
— Sabes que soy una kunoichi, ¿no? ¿Crees que no puedo sacarle un pergamino del bolsillo a un pobre Genin?
Karamaru, quien era el principal afectado, no tenía ni idea de qué estaba pasando pero de repente, su pergamino estaba en la mano libre de aquella mujer. La respuesta era simple, el momento que había cerrado los ojos al ver venir las gotas de puré había sido demasiado largo.
— Parece que alguien me va a ayudar a limpiar la casa durante una semana o voy a tener que hablar largo y tendido con este amable shinobi.
Ahora le estaba dando empujones a la mejilla del chico con el cucharón, quien se arrepentía de no haber abierto la puerta él desde el principio. He aquí la moraleja, hazle siempre caso a tu madre cuando es una exkunoichi.
— Está bien, dame eso.
Le quitó el pergamino a su madre y se lo pasó de nuevo a Karamaru. La mujer se fue canturreando alegremente y el muchacho dejó la puerta entornada a su espalda.
— Perdonala, le gusta abochornar a cualquier shinobi con la guardia baja. Bueno, escuchame atentamente. Necesito que entres en el Torreón de la Academia y te cueles en mi aula, me he dejado en el pupitre una revista de... bueno, del tipo de revista que no deberia haber en una academia.
Para disimular, pasate por la biblioteca tambien y traeme cualquier otro libro de Shurikenjutsu, di que es para Amenio Takuma y yo mañana lo devolveré, tras el examen teorico de Shurikenjutsu que tenemos.
Aquí tienes todo lo que necesitas, date prisa antes de que mi madre vuelva y se entere. Recuerda, esta misión es sobre traer un libro de la biblioteca de la academia, pero si no me traes la revista dire que ese no es el libro que te pedí y te tendré hasta mañana dando viajecitos.
Y con una sonrisa de oreja a oreja se metió de nuevo en su casa, dejando a Karamaru con el pergamino y un dibujo de un aula con el piso y el numero del aula escrito, y un pupitre con una X tachandolo.
— ¡Estoy jugando a la consola!
— ¡Parala y ves a ver qué nos quieren vender ahora!
— ¡Los videojuegos no tienen pausa, mamá!
— Ya veras cuando pille a tu padre donde os vais a meter dos el cacharro ese.
La puerta se abrió de golpe de par en par, dejando a Karamaru ante una imponente figura femenina con un delantal y un cucharón. Señaló a éste con el cucharón mientras le gritaba.
— ¡Y tú quieres dejar de golpear que te he oido la primera vez!
Toda la cara y calva de Karamaru se vería salpicada del puré de verduras que había en el cucharón. Si conseguía algo de ese liquido en su boca se daría cuenta de que aún le faltaba algo de sal, pero era su decisión comentarselo a la ex kunoichi que se plantaba delante suyo. Era bastante más alta y musculosa que él, aunque no mucho más que cualquier kunoichi de su que se precie. Tanto su pelo como sus ojos eran de un marron acaramelado.
— ¿Un gennin?
En cuanto pronunció esas palabras un chaval de un par de años menos que Karamaru apareció tras ella.
— Descansa, madre, por favor. Yo soy lo bastante mayor como para mediar con este joven shinobi que NO TENGO NI IDEA de qué será lo que quiere.
La señora miró a su hijo y miró a Karamaru, entonces volvió a mirar a su hijo con una sonrisa socarrona.
— Sabes que soy una kunoichi, ¿no? ¿Crees que no puedo sacarle un pergamino del bolsillo a un pobre Genin?
Karamaru, quien era el principal afectado, no tenía ni idea de qué estaba pasando pero de repente, su pergamino estaba en la mano libre de aquella mujer. La respuesta era simple, el momento que había cerrado los ojos al ver venir las gotas de puré había sido demasiado largo.
— Parece que alguien me va a ayudar a limpiar la casa durante una semana o voy a tener que hablar largo y tendido con este amable shinobi.
Ahora le estaba dando empujones a la mejilla del chico con el cucharón, quien se arrepentía de no haber abierto la puerta él desde el principio. He aquí la moraleja, hazle siempre caso a tu madre cuando es una exkunoichi.
— Está bien, dame eso.
Le quitó el pergamino a su madre y se lo pasó de nuevo a Karamaru. La mujer se fue canturreando alegremente y el muchacho dejó la puerta entornada a su espalda.
— Perdonala, le gusta abochornar a cualquier shinobi con la guardia baja. Bueno, escuchame atentamente. Necesito que entres en el Torreón de la Academia y te cueles en mi aula, me he dejado en el pupitre una revista de... bueno, del tipo de revista que no deberia haber en una academia.
Para disimular, pasate por la biblioteca tambien y traeme cualquier otro libro de Shurikenjutsu, di que es para Amenio Takuma y yo mañana lo devolveré, tras el examen teorico de Shurikenjutsu que tenemos.
Aquí tienes todo lo que necesitas, date prisa antes de que mi madre vuelva y se entere. Recuerda, esta misión es sobre traer un libro de la biblioteca de la academia, pero si no me traes la revista dire que ese no es el libro que te pedí y te tendré hasta mañana dando viajecitos.
Y con una sonrisa de oreja a oreja se metió de nuevo en su casa, dejando a Karamaru con el pergamino y un dibujo de un aula con el piso y el numero del aula escrito, y un pupitre con una X tachandolo.