21/06/2015, 21:17
(Última modificación: 21/06/2015, 23:57 por Uchiha Akame.)
La kunoichi de Amegakure escuchaba atentamente lo que le decía Yoshimitsu. Según él era un artista único en su estilo, y no sólo eso, sino que se definía como el mejor del mundo. Era cosa difícil de creer, principalmente por su corta edad, pero Kunie no hizo ningún comentario al respecto. Se podía notar en la voz de aquel niño que estaba firmemente convencido de lo que decía... Lo cual no hizo sino acrecentar la curiosidad que devoraba a la Asahina. No vería saciada esta intriga, no al menos de momento, porque Yoshimitsu le respondió con una picardía quizás desmedida para un crío.
- ¡Oye! No seas tan espabilado. - replicó la kunoichi, volteando ligeramente el rostro en un amago de darle la espalda al ninja.- Esa no es forma de tratar a una dama.
Aunque en el fondo le resultaba divertido lo pícaro que resultaba ser Yoshimitsu, haciendo fiel honor a la primera impresión de niño travieso que Kunie había tenido de él. Sin embargo, tampoco quería que el chico se enfadara y la dejara allí con dos palmos de narices. La kunoichi se hizo de rogar unos instantes, dándole la espalda a Yoshimitsu, como si realmente la hubiese ofendido. Calculó la medida de tiempo con la precisión de un maestro de cocina en plena faena, y sólo se dio la vuelta cuando lo creyó necesario.
- No puedes ir diciendo esas cosas a la primera chica que te encuentras, Yoshimitsu-kun. - regañó, poniendo ojitos de cordero degollado.- Aunque claro, si me dejaras ver una muestra de ese arte tuyo, ¿qué tonta no podría perdonarte?
Sonrió ligeramente, clavando sus ojos color ámbar en los del joven shinobi.
- ¡Oye! No seas tan espabilado. - replicó la kunoichi, volteando ligeramente el rostro en un amago de darle la espalda al ninja.- Esa no es forma de tratar a una dama.
Aunque en el fondo le resultaba divertido lo pícaro que resultaba ser Yoshimitsu, haciendo fiel honor a la primera impresión de niño travieso que Kunie había tenido de él. Sin embargo, tampoco quería que el chico se enfadara y la dejara allí con dos palmos de narices. La kunoichi se hizo de rogar unos instantes, dándole la espalda a Yoshimitsu, como si realmente la hubiese ofendido. Calculó la medida de tiempo con la precisión de un maestro de cocina en plena faena, y sólo se dio la vuelta cuando lo creyó necesario.
- No puedes ir diciendo esas cosas a la primera chica que te encuentras, Yoshimitsu-kun. - regañó, poniendo ojitos de cordero degollado.- Aunque claro, si me dejaras ver una muestra de ese arte tuyo, ¿qué tonta no podría perdonarte?
Sonrió ligeramente, clavando sus ojos color ámbar en los del joven shinobi.