3/05/2017, 04:58
Incliné mi cuerpo hacia atrás al ver la reacción, realmente me asusté por un momento, en mi mente pensaba que estaba inconsciente, después de todo tuve que cargarla por unos cuantos minutos hasta la entrada de la cueva; de cierto modo me quedé un poco más tranquilo y suspiré en forma de alivio.
—Que susto me has dado.— Mencioné retomando mi posición, un poco más cerca de ella. No pude evitar no sonreír, seguía con vida y estaba bastante estable, consciente y orientada, hasta los momentos.
El eco del rugido proveniente del estómago de la pelirroja lo hizo parecer como si fuese una bestia acechándonos, pero al escuchar sus palabras sentí cierta pena ajena, y mis mejillas se llenaron de un ligero rubor. —Es bueno saber que fuiste tú y no una bestia dentro de la caverna.— Mencioné en forma de chiste mientras buscaba en mi porta-objetos, lamentablemente tenía poco que ofrecer, pero ella lo ameritaba.
—Solo tengo un poco de pan.— Mostré éste, era de forma redonda y un poco más grande que la palma de mi mano. —Anda cómelo, es lo único que hay, por el momento.— Insistí.
—Aún no sé cómo te llamas.— Comenté mientras detallaba la cara de ella y mis orbes ambar se fijaban en los suyos, que eran negros como el mismísimo crudo del petróleo. Su cutis pálido y casi perfecto me llamó la atención, ¿acaso le había visto en la aldea? Hice memoria por unos minutos pero no logré recordar nada en ese momento.
—En el momento en que tu cuerpo recupere su temperatura normal, sí no tienes vendada la herida volverás a sangrar, será mejor que me dejes revisarla para poder curarte.— Expliqué con la intención de entendiese la gravedad del asunto y que me colaborase, para poner fin a su hemorragia, sí es que volviese a aparecer.
—Que susto me has dado.— Mencioné retomando mi posición, un poco más cerca de ella. No pude evitar no sonreír, seguía con vida y estaba bastante estable, consciente y orientada, hasta los momentos.
El eco del rugido proveniente del estómago de la pelirroja lo hizo parecer como si fuese una bestia acechándonos, pero al escuchar sus palabras sentí cierta pena ajena, y mis mejillas se llenaron de un ligero rubor. —Es bueno saber que fuiste tú y no una bestia dentro de la caverna.— Mencioné en forma de chiste mientras buscaba en mi porta-objetos, lamentablemente tenía poco que ofrecer, pero ella lo ameritaba.
—Solo tengo un poco de pan.— Mostré éste, era de forma redonda y un poco más grande que la palma de mi mano. —Anda cómelo, es lo único que hay, por el momento.— Insistí.
—Aún no sé cómo te llamas.— Comenté mientras detallaba la cara de ella y mis orbes ambar se fijaban en los suyos, que eran negros como el mismísimo crudo del petróleo. Su cutis pálido y casi perfecto me llamó la atención, ¿acaso le había visto en la aldea? Hice memoria por unos minutos pero no logré recordar nada en ese momento.
—En el momento en que tu cuerpo recupere su temperatura normal, sí no tienes vendada la herida volverás a sangrar, será mejor que me dejes revisarla para poder curarte.— Expliqué con la intención de entendiese la gravedad del asunto y que me colaborase, para poner fin a su hemorragia, sí es que volviese a aparecer.