6/05/2017, 22:54
¿Hacía falta ser tan formales entre críos? O bueno, ninguno de los allí presentes aparentaban ser mayores de edad, con suerte si aparentaban ser mayores que un crío de diez años pero de todas maneras, el de Amegakure y la compatriota de la pelirroja coincidían a la hora de actuar con respeto. ~No voy a estar haciendo reverencias a todo el que me cruce ~pensó una malhumorada kunoichi quien se dirigía directamente a la posada donde se hospedaría una noche más seguramente.
Pero grande fue su sorpresa cuando el del paraguas se adelantó afirmando guiar a ambas kunoichis cosa que claro, a la de válvulas ciertamente molestaba ya que tan perdida no estaba. ~¿Intenta ganarse la confianza de alguien por adelantarse a cruzar una calle? ~Se preguntó a sí misma la Kazama con una ceja arqueada tras ver tales acciones, aunque no pronunció ni una palabra.
Seguramente las reacciones de Ritsuko habrían sido muy distintas si hubiese visto la nota de su compañera, esa en que solicitaba indicaciones para encontrar una posada, pero al no ser consciente de su existencia la chica tenía derecho a molestarse y murmurar maldiciones silenciosas mientras se dirigían a una posada guiadas por el de Amegakure.
—¿Se puede saber a cuál pretendes llevarnos? No todos tenemos dinero para derrochar —afirmó la pelirroja quien una vez más buscaba bolsillos en los que resguardar sus manos pero sin éxito.
Seguramente habría sonado enojada, o más bien, malhumorada y hasta cierto punto era lo correcto, pues quería irse de aquel endemoniado pueblo lo antes posible.
Pero grande fue su sorpresa cuando el del paraguas se adelantó afirmando guiar a ambas kunoichis cosa que claro, a la de válvulas ciertamente molestaba ya que tan perdida no estaba. ~¿Intenta ganarse la confianza de alguien por adelantarse a cruzar una calle? ~Se preguntó a sí misma la Kazama con una ceja arqueada tras ver tales acciones, aunque no pronunció ni una palabra.
Seguramente las reacciones de Ritsuko habrían sido muy distintas si hubiese visto la nota de su compañera, esa en que solicitaba indicaciones para encontrar una posada, pero al no ser consciente de su existencia la chica tenía derecho a molestarse y murmurar maldiciones silenciosas mientras se dirigían a una posada guiadas por el de Amegakure.
—¿Se puede saber a cuál pretendes llevarnos? No todos tenemos dinero para derrochar —afirmó la pelirroja quien una vez más buscaba bolsillos en los que resguardar sus manos pero sin éxito.
Seguramente habría sonado enojada, o más bien, malhumorada y hasta cierto punto era lo correcto, pues quería irse de aquel endemoniado pueblo lo antes posible.