7/05/2017, 11:52
Cuando Aiko confesó que no que no recordaba cuando fue la última vez que comió, el chico advirtió a la pelirroja que entonces tenía que tener precaución de no vomitar. Ésta quedó extrañada, después de todo, no entendía el sentido en que éste lo decía. Que ella supiese, era dura de vomitar, eso sin contar el hecho de que normalmente siempre curaba antes de que eso sucediese. ¿Cómo tomar entonces eso en serio?
—No creo. Nunca vomito. —aclaró con pocas palabras, evitando una prolongada explicación.
Para cuando se quiso dar cuenta, su ausencia de bandana se la volvió a jugar. El chico no la había tenido en mente como posible kunoichi, y no dudó en exponerlo. Quizás la situación en que se habían conocido daba paso a dudar, pero... si éste supiesetan solo el tiempo que llevaba allí, en ese páramo invernal, sin duda lo comprendería.
—Si, soy genin de Amegakure. —alcanzó a afirmar. —No llevo la bandana, pero porque ya llevo el símbolo de Ame en mi hombro.
Aiko bromeó acerca de desprenderla de ropas con el médico, y éste se puso de repente rojo como un tomate. Casi parecía al lapso de un infarto, avergonzado hasta el punto en que hasta se dio la vuelta, incapaz de mirarla a la cara. Tanto fue así, que el chico se quedó sin palabras. Titubeó un poco, hasta que buenamente pudo soltar algo por sus labios que tuviese algo de sentido. De pronto, se diferenció del resto.
—Jajajajaja... —la chica comenzó a reírse. —Ya veo, ya veo. —confirmó una vez pudo parar de reír.
»Todo un caballero. Pero en fin, mejor así a que me hubiese encontrado otro tipo de persona en mitad de la nieve...
Cuando la chica mencionó que no volviese a preocuparse de llevarla a cuestas, que se encontraba bien, Keisuke respondió que lo haría, pero también le solicitó que no se enfadase. —No, no... tranquilo, que para sacarme de mis casillas es bien difícil.
Ambos decidieron pues que marcharían a Aodori, ya no había otra. Pero, para cuando la chica preguntó por su ubicación, Keisuke no supo dar un dato concreto. Al parecer estaba por algún lado cerca de esas montañas, pero no sabía donde. Al parecer era precioso, un paisaje digno de dibujo, pero ciertamente difícil de encontrar.
«Como todo buen tesoro...»
La chica dejó caer un ligero suspiro, desdichada. —Bueno... al menos ahora ya sé por qué andaba por aquí... —confesó la chica, inconsciente de la locura que estaba soltando. Si el médico ponía buenamente el oído, comprendería fácilmente de la amnesia.
Sin mas, ambos empezaron a andar con cuidado por la gruta. El piso se sentía realmente resbaladizo, lo que dificultaba seriamente el desplazamiento, pero eso fue solo al principio. Conforme la chica dio un par de pasos y observó la situación, rápidamente canalizó una gruesa capa de chakra bajo sus pies, haciendo que éstos se adhiriesen a la superficie sin dificultad alguna.
—No creo. Nunca vomito. —aclaró con pocas palabras, evitando una prolongada explicación.
Para cuando se quiso dar cuenta, su ausencia de bandana se la volvió a jugar. El chico no la había tenido en mente como posible kunoichi, y no dudó en exponerlo. Quizás la situación en que se habían conocido daba paso a dudar, pero... si éste supiesetan solo el tiempo que llevaba allí, en ese páramo invernal, sin duda lo comprendería.
—Si, soy genin de Amegakure. —alcanzó a afirmar. —No llevo la bandana, pero porque ya llevo el símbolo de Ame en mi hombro.
Aiko bromeó acerca de desprenderla de ropas con el médico, y éste se puso de repente rojo como un tomate. Casi parecía al lapso de un infarto, avergonzado hasta el punto en que hasta se dio la vuelta, incapaz de mirarla a la cara. Tanto fue así, que el chico se quedó sin palabras. Titubeó un poco, hasta que buenamente pudo soltar algo por sus labios que tuviese algo de sentido. De pronto, se diferenció del resto.
—Jajajajaja... —la chica comenzó a reírse. —Ya veo, ya veo. —confirmó una vez pudo parar de reír.
»Todo un caballero. Pero en fin, mejor así a que me hubiese encontrado otro tipo de persona en mitad de la nieve...
Cuando la chica mencionó que no volviese a preocuparse de llevarla a cuestas, que se encontraba bien, Keisuke respondió que lo haría, pero también le solicitó que no se enfadase. —No, no... tranquilo, que para sacarme de mis casillas es bien difícil.
Ambos decidieron pues que marcharían a Aodori, ya no había otra. Pero, para cuando la chica preguntó por su ubicación, Keisuke no supo dar un dato concreto. Al parecer estaba por algún lado cerca de esas montañas, pero no sabía donde. Al parecer era precioso, un paisaje digno de dibujo, pero ciertamente difícil de encontrar.
«Como todo buen tesoro...»
La chica dejó caer un ligero suspiro, desdichada. —Bueno... al menos ahora ya sé por qué andaba por aquí... —confesó la chica, inconsciente de la locura que estaba soltando. Si el médico ponía buenamente el oído, comprendería fácilmente de la amnesia.
Sin mas, ambos empezaron a andar con cuidado por la gruta. El piso se sentía realmente resbaladizo, lo que dificultaba seriamente el desplazamiento, pero eso fue solo al principio. Conforme la chica dio un par de pasos y observó la situación, rápidamente canalizó una gruesa capa de chakra bajo sus pies, haciendo que éstos se adhiriesen a la superficie sin dificultad alguna.