8/05/2017, 16:29
No había caso, saltar a un techo y tratar de seguir a un chico tan acelerado como era Keisuke mientras se sostenía un paraguas y evitaba romperse el cuello evitando una caída era bastante difícil. Todo eso se debía a la falta de un plan de acción, el joven médico de cabello azabache no estaba preparado para ese ritmo.
Bueno, Inoue Keisuke. No pierdas la pista de ese sujeto...
Pensaba mientras se daba cuenta de que ya no le era posible seguirle el rastro al pelirrojo. Para su sorpresa, una cara conocida se manifestó en la cercanía. Era prácticamente una calcomania de lo que había visto en la tienda, el henge de la joven Nekomura.
Es el gato.
Pensó Mogura mientras sostenía su paraguas y ambos intercambiaban miradas, un gato que no sabía exactamente como había llegado a subirse al techo a unos metros de distancia. Pero estaba ahí, juzgándolo por ser un shinobi y ocultarse de la lluvia con un paraguas, y Mogura a su vez juzgándolo a él por no estar encarcelado o siendo prisionero de un negociante.
Solo tendré unos segundos.
Pensaba mientras delicadamente tomaba el silbato de uno de sus bolsillos. Sin perder de vista al felino, llevaría a sus labios el instrumento y lo tocaría. Si el efecto que esperaba comenzaba a manifestarse, el gato perdería toda oportunidad de escapar.
Pero también de mantenerse de manera segura sobre el tejado, el chico tenía poco tiempo.
Ni bien se manifestaran los primeros efectos de la somnolencia en el gato, el joven médico soltaría su paraguas y saltaría hasta el pequeño felino para tomarlo y ponerlo a salvo.
Bueno, Inoue Keisuke. No pierdas la pista de ese sujeto...
Pensaba mientras se daba cuenta de que ya no le era posible seguirle el rastro al pelirrojo. Para su sorpresa, una cara conocida se manifestó en la cercanía. Era prácticamente una calcomania de lo que había visto en la tienda, el henge de la joven Nekomura.
Es el gato.
Pensó Mogura mientras sostenía su paraguas y ambos intercambiaban miradas, un gato que no sabía exactamente como había llegado a subirse al techo a unos metros de distancia. Pero estaba ahí, juzgándolo por ser un shinobi y ocultarse de la lluvia con un paraguas, y Mogura a su vez juzgándolo a él por no estar encarcelado o siendo prisionero de un negociante.
Solo tendré unos segundos.
Pensaba mientras delicadamente tomaba el silbato de uno de sus bolsillos. Sin perder de vista al felino, llevaría a sus labios el instrumento y lo tocaría. Si el efecto que esperaba comenzaba a manifestarse, el gato perdería toda oportunidad de escapar.
Pero también de mantenerse de manera segura sobre el tejado, el chico tenía poco tiempo.
Ni bien se manifestaran los primeros efectos de la somnolencia en el gato, el joven médico soltaría su paraguas y saltaría hasta el pequeño felino para tomarlo y ponerlo a salvo.
Hablo - Pienso