10/05/2017, 03:05
La chica permaneció un buen rato tumbada boca arriba sin hacer nada más que sollozar, pero muy lentamente se fue girando hasta adoptar una posición fetal en que la botella de sake ahora vacía fue atrapada entre los brazos de la joven quien parecía muy dispuesta a pasar el resto de la noche allí mismo.
En su estado ni siquiera se había percatado de que alguien la acababa de descubrir, alguien a quien conoció hacía unos días atrás y que permanecía allí, observándola sin decir nada y por ende ella no se daba por enterada, hasta que…
¡Plaf!
Un fuerte ruido que incluso la ebria kunoichi pudo sentir demasiado próximo para su gusto, aunque su reacción fue de todo menos digna de alguien de su profesión.
Ante tal ruido, la joven de dorada cabellera alzó la vista hacia el árbol pero no había nada allí. Muy lentamente empleando ambos brazos alzó su torso, como quien acaba de despertar y todavía no se cree que haya amanecido.
—¿Haskoz…? —Susurró con un leve destello de ilusión en la mirada.
Entonces, Noemi con toda su voluntad luchó por ponerse de pie y tras un segundo de lucha prefirió desistir y en su lugar gatear sin importarle lo desarreglado de su atuendo, aquello era lo más práctico para el poco equilibrio que tenía y aun así se tambaleaba a cada lado.
—¿Haskoz? —Repitió con un tono más alegre al llegar gateando al árbol y asomarse. —Tú no… —Concluyó al mismo tiempo en que su rostro una vez más se deformaba por la tristeza.
Casi como si hubiese perdido el conocimiento, la Sakamoto simplemente volvió a desplomarse sobre la hierba para luego adoptar la posición fetal que había mantenido anteriormente solo que esta vez no había botella a la que abrazar y ahora daba la espalda a Datsue, a quien debería de haber podido reconocer si al menos estuviese sobria pero no era el caso.
En su estado ni siquiera se había percatado de que alguien la acababa de descubrir, alguien a quien conoció hacía unos días atrás y que permanecía allí, observándola sin decir nada y por ende ella no se daba por enterada, hasta que…
¡Plaf!
Un fuerte ruido que incluso la ebria kunoichi pudo sentir demasiado próximo para su gusto, aunque su reacción fue de todo menos digna de alguien de su profesión.
Ante tal ruido, la joven de dorada cabellera alzó la vista hacia el árbol pero no había nada allí. Muy lentamente empleando ambos brazos alzó su torso, como quien acaba de despertar y todavía no se cree que haya amanecido.
—¿Haskoz…? —Susurró con un leve destello de ilusión en la mirada.
Entonces, Noemi con toda su voluntad luchó por ponerse de pie y tras un segundo de lucha prefirió desistir y en su lugar gatear sin importarle lo desarreglado de su atuendo, aquello era lo más práctico para el poco equilibrio que tenía y aun así se tambaleaba a cada lado.
—¿Haskoz? —Repitió con un tono más alegre al llegar gateando al árbol y asomarse. —Tú no… —Concluyó al mismo tiempo en que su rostro una vez más se deformaba por la tristeza.
Casi como si hubiese perdido el conocimiento, la Sakamoto simplemente volvió a desplomarse sobre la hierba para luego adoptar la posición fetal que había mantenido anteriormente solo que esta vez no había botella a la que abrazar y ahora daba la espalda a Datsue, a quien debería de haber podido reconocer si al menos estuviese sobria pero no era el caso.