10/05/2017, 04:26
(Última modificación: 10/05/2017, 04:29 por Uchiha Datsue.)
La negación de Noemi llegó tan contundente como clara. ¿Y quién era él para llevarle la contraria? Que cada cual obrase con su vida lo que quisiese. Él había actuado mucho mejor de lo que algunos esperaban de él —mejor incluso de lo que se esperaba él de sí mismo—. Había actuado con honor, tal y como se habían encargado de repetirle una y otra vez en la Academia, ofreciendo su ayuda a la kunoichi.
Pero no podía obligarla a aceptarla.
—Como quieras —se rindió Datsue, dando media vuelta—. Pero no te quedes hasta muy tarde, ¿vale?
Una pequeña presión le oprimió el pecho al dejarla allí. Algunos pensarían que era la consecuencia por abandonarla, borracha y sola. Por no tratar de consolarla, de quedarse con ella. Pero él se conocía a sí mismo mejor que el resto. Aquella era la presión de saber que había obrado mal: de saber que había perdido la oportunidad de ganarse un cliente de lujo para la tienda de armas. Chasqueó la lengua y escupió a un lado, irritado. Simplemente, aquellas cosas no se le daban bien.
Había dejado ya el Jardín de los Cerezos a sus espaldas cuando sintió las primeras gotas de lluvia cayendo sobre su pelo. El Uchiha se detuvo, mirando al cielo con expresión ceñuda:
—Hoy queréis amargarme la noche, ¿verdad?
Dio una patada al suelo, miró hacia atrás y, tras dudarlo, dio una nueva patada. Cómo odiaba tener que hacerlo.
—¡Noemi! —exclamó por tercera vez, mientras correteaba entre los árboles. La oscuridad le envolvía como un manto espectral, pero sus ojos, teñidos por el sharingan, brillaban como el fuego de Amateratsu—. ¡Noemi, ¿dónde estás?!
La lluvia caía cada vez más fuerte, y el Uchiha no daba con el rastro de la Sakamoto. A decir verdad, no sabía siquiera si se había movido del sitio. Su sentido de la orientación era… Bueno, digamos que no era su punto fuerte.
Pero no podía obligarla a aceptarla.
—Como quieras —se rindió Datsue, dando media vuelta—. Pero no te quedes hasta muy tarde, ¿vale?
Una pequeña presión le oprimió el pecho al dejarla allí. Algunos pensarían que era la consecuencia por abandonarla, borracha y sola. Por no tratar de consolarla, de quedarse con ella. Pero él se conocía a sí mismo mejor que el resto. Aquella era la presión de saber que había obrado mal: de saber que había perdido la oportunidad de ganarse un cliente de lujo para la tienda de armas. Chasqueó la lengua y escupió a un lado, irritado. Simplemente, aquellas cosas no se le daban bien.
•••
Había dejado ya el Jardín de los Cerezos a sus espaldas cuando sintió las primeras gotas de lluvia cayendo sobre su pelo. El Uchiha se detuvo, mirando al cielo con expresión ceñuda:
—Hoy queréis amargarme la noche, ¿verdad?
Dio una patada al suelo, miró hacia atrás y, tras dudarlo, dio una nueva patada. Cómo odiaba tener que hacerlo.
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—¡Noemi! —exclamó por tercera vez, mientras correteaba entre los árboles. La oscuridad le envolvía como un manto espectral, pero sus ojos, teñidos por el sharingan, brillaban como el fuego de Amateratsu—. ¡Noemi, ¿dónde estás?!
La lluvia caía cada vez más fuerte, y el Uchiha no daba con el rastro de la Sakamoto. A decir verdad, no sabía siquiera si se había movido del sitio. Su sentido de la orientación era… Bueno, digamos que no era su punto fuerte.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado