10/05/2017, 04:45
¿Quedarse hasta muy tarde? Pues digamos que Noemi no tenía esa intención, iba a quedarse hasta muy pero muy temprano, hasta el amanecer siguiente si nada malo la obligaba o mejor dicho, la sacaba de allí por la fuerza.
Ni siquiera se encargaría de despedirse del chico, se mantuvo en aquella posición tumbada en el piso mientras sollozaba tan bajo como podía y lagrimeaba a montones pero ni un sonido salía de su boca, a excepción de una que otra exhalación algo más pesada que las usuales.
Habrían pasado unos cinco minutos que del cielo comenzaron a caer algunas gotas aisladas indicando a todos los pueblerinos que una tormenta estaba a punto de producirse y por ende, tendrían que buscarse refugio, pero la rubia seguía demasiado ebria como para levantarse siquiera así que tras removerse un poco en el suelo que lentamente empezaba a humedecerse se quedó estática, dispuesta a dejarse empapar como si ya nada le importase.
Fue allí cuando recibió un fuerte golpe en el estómago que le sacudió el mundo entero. Dio una vuelta por la hierba y como pudo se puso a gatas para vomitar buena parte del sake que se había bebido y que le tenía el vientre hinchado. Por suerte la lluvia pasó a ser una fuerte tormenta casi al mismo instante en que la joven comenzó a potar y pronto tanto su piel como los pocos cabellos que entraron en contacto con el vómito se lavaron en un santiamén.
—¡Ya! —Se quejó con un tono caprichoso antes de echarse hacia atrás para quedar sentada en el húmedo césped.
Ahora estaba algo más despierta pero seguía igual de ebria. Sentada en la hierba y abrazándose el vientre que aún estaba algo resentido por el impacto que se había llevado. ¿Qué había pasado? Un Uchiha con un pésimo sentido de la orientación pasó corriendo y al no verla en la oscuridad le plantó tremenda patada en el vientre que le sacudió hasta las ideas. Pero ni se enteró, simplemente estaba sentada en el piso lloriqueando en silencio mientras la lluvia se encargaba de lavarle tanto el vómito como el sake y las lágrimas que traía encima.
Ni siquiera se encargaría de despedirse del chico, se mantuvo en aquella posición tumbada en el piso mientras sollozaba tan bajo como podía y lagrimeaba a montones pero ni un sonido salía de su boca, a excepción de una que otra exhalación algo más pesada que las usuales.
Habrían pasado unos cinco minutos que del cielo comenzaron a caer algunas gotas aisladas indicando a todos los pueblerinos que una tormenta estaba a punto de producirse y por ende, tendrían que buscarse refugio, pero la rubia seguía demasiado ebria como para levantarse siquiera así que tras removerse un poco en el suelo que lentamente empezaba a humedecerse se quedó estática, dispuesta a dejarse empapar como si ya nada le importase.
Fue allí cuando recibió un fuerte golpe en el estómago que le sacudió el mundo entero. Dio una vuelta por la hierba y como pudo se puso a gatas para vomitar buena parte del sake que se había bebido y que le tenía el vientre hinchado. Por suerte la lluvia pasó a ser una fuerte tormenta casi al mismo instante en que la joven comenzó a potar y pronto tanto su piel como los pocos cabellos que entraron en contacto con el vómito se lavaron en un santiamén.
—¡Ya! —Se quejó con un tono caprichoso antes de echarse hacia atrás para quedar sentada en el húmedo césped.
Ahora estaba algo más despierta pero seguía igual de ebria. Sentada en la hierba y abrazándose el vientre que aún estaba algo resentido por el impacto que se había llevado. ¿Qué había pasado? Un Uchiha con un pésimo sentido de la orientación pasó corriendo y al no verla en la oscuridad le plantó tremenda patada en el vientre que le sacudió hasta las ideas. Pero ni se enteró, simplemente estaba sentada en el piso lloriqueando en silencio mientras la lluvia se encargaba de lavarle tanto el vómito como el sake y las lágrimas que traía encima.