11/05/2017, 02:28
(Última modificación: 11/05/2017, 02:30 por Uchiha Datsue.)
Lentejas. No quería lentejas. No sabía que tenía que ver aquello con su pregunta, pero se lo tomó como un “no, tendrás que arrastrarme también a casa”. Pero Sakamoto Noemi no se caracterizaba por ser una chica que pusiese las cosas fáciles, tampoco en aquella ocasión.
Imbuida por el alcohol, empezó a rodar sobre el suelo haciendo todo tipo de sonidos y movimientos extraños. Una situación de lo más cómica, sin duda, de no ser porque estaba empapado y muriéndose de frío.
Luego llegó el castañazo. Un golpe brutal contra el marco de la puerta que hizo llevarse las manos a la cabeza a Datsue. Noemi, sin embargo, parecía no notar ni sentir nada, como si el alcohol también le hubiese privado, a parte del raciocinio, de cualquier tipo de sensación como el frío, el dolor…
…«o la vergüenza»
—¡No quiero lentejas!
—Maldita sea… ¡Noemi! —Datsue llegó justo a tiempo para cogerla en sus brazos antes de que se diese de bruces contra el suelo, al mismo tiempo que aprovechaba para taparle la boca con una mano e impedir que siguiese gritando y despertando a todo el vecindario.
«Como alguien me vea en estos momentos igual se va a pensar lo que no es… Joder, tía, al final me vas a acabar metiendo en un puto lío. Para qué habré ido yo al Bosque de Azur esta maldita noche…»
Arrastrada hasta el interior de su casa, la dejó caer lo más suave que pudo contra el suelo y se apresuró a asomar la cabeza al pasillo. Parecía que seguía tan desierta como antes. Aliviado, cerró la puerta y dejó escapar un suspiro. Lo último que le faltaba era que alguien le tomase por un violador.
—Quiero chocolate.
—Y yo un barco —replicó—. Pero así es la vida. No se puede tener todo lo que uno quiere.
La había arrastrado por media Uzu mientras le caía una tormenta del copón y no paraba de farfullar cosas ininteligibles. Mucha suerte creía tener si además se pensaba que ahora se iba a convertir en uno de sus criados para hacerle chocolate con churros. Aunque ahora que lo pensaba, nada más le apetecía en el mundo en aquellos instantes que chocolate con churros…
—Tú… espera aquí un momento. Ahora vuelvo —En el estado en el que se encontraba, no creía ni que se pudiese mover de quererlo. Aparte de rodar, claro.
El Uchiha entró en el baño —sencillo, con una ducha con puerta corredera de cristal al frente, un váter a la derecha y lavamanos con armario a la izquierda—, y cogió una toalla del armario. Entonces cruzó el salón hasta su habitación, cerrando la puerta tras de sí.
Un par de minutos más tarde, Datsue salió con el pelo suelto y medio seco. Se había cambiado la ropa por una camisa de tiras de estar por casa y un pantalón corto, de chándal. En sus manos, ropa seca que, esperaba, le pudiese servir a Noemi. Tan solo se trataba de una camiseta ancha y larga y unos pantalones estrechos y cortos. Los dejó encima del bidé.
—Noemi, te acabo de dejar una toalla y ropa seca en el baño. Ve y… bueno, eso. En eso no te voy a poder ayudar, me temo.
Imbuida por el alcohol, empezó a rodar sobre el suelo haciendo todo tipo de sonidos y movimientos extraños. Una situación de lo más cómica, sin duda, de no ser porque estaba empapado y muriéndose de frío.
Luego llegó el castañazo. Un golpe brutal contra el marco de la puerta que hizo llevarse las manos a la cabeza a Datsue. Noemi, sin embargo, parecía no notar ni sentir nada, como si el alcohol también le hubiese privado, a parte del raciocinio, de cualquier tipo de sensación como el frío, el dolor…
…«o la vergüenza»
—¡No quiero lentejas!
—Maldita sea… ¡Noemi! —Datsue llegó justo a tiempo para cogerla en sus brazos antes de que se diese de bruces contra el suelo, al mismo tiempo que aprovechaba para taparle la boca con una mano e impedir que siguiese gritando y despertando a todo el vecindario.
«Como alguien me vea en estos momentos igual se va a pensar lo que no es… Joder, tía, al final me vas a acabar metiendo en un puto lío. Para qué habré ido yo al Bosque de Azur esta maldita noche…»
Arrastrada hasta el interior de su casa, la dejó caer lo más suave que pudo contra el suelo y se apresuró a asomar la cabeza al pasillo. Parecía que seguía tan desierta como antes. Aliviado, cerró la puerta y dejó escapar un suspiro. Lo último que le faltaba era que alguien le tomase por un violador.
—Quiero chocolate.
—Y yo un barco —replicó—. Pero así es la vida. No se puede tener todo lo que uno quiere.
La había arrastrado por media Uzu mientras le caía una tormenta del copón y no paraba de farfullar cosas ininteligibles. Mucha suerte creía tener si además se pensaba que ahora se iba a convertir en uno de sus criados para hacerle chocolate con churros. Aunque ahora que lo pensaba, nada más le apetecía en el mundo en aquellos instantes que chocolate con churros…
—Tú… espera aquí un momento. Ahora vuelvo —En el estado en el que se encontraba, no creía ni que se pudiese mover de quererlo. Aparte de rodar, claro.
El Uchiha entró en el baño —sencillo, con una ducha con puerta corredera de cristal al frente, un váter a la derecha y lavamanos con armario a la izquierda—, y cogió una toalla del armario. Entonces cruzó el salón hasta su habitación, cerrando la puerta tras de sí.
Un par de minutos más tarde, Datsue salió con el pelo suelto y medio seco. Se había cambiado la ropa por una camisa de tiras de estar por casa y un pantalón corto, de chándal. En sus manos, ropa seca que, esperaba, le pudiese servir a Noemi. Tan solo se trataba de una camiseta ancha y larga y unos pantalones estrechos y cortos. Los dejó encima del bidé.
—Noemi, te acabo de dejar una toalla y ropa seca en el baño. Ve y… bueno, eso. En eso no te voy a poder ayudar, me temo.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado