11/05/2017, 21:24
Plof, plof. Resonaban los pasos de Karamaru conforme se acercaba a las escaleras hacia el piso superior. Tendría que subir más de la mitad de escalones para obtener suficiente luz para descubrir el secreto tras el dibujo que tenía en sus manos. Y mayúscula fue su sorpresa cuando sus ojos divisaron el numero del piso en el que se hallaba el aula. Pues era el piso superior al encharcado, es decir, justo al que estaba subiendo por esas escaleras.
Ahora podía ver perfectamente el pupitre marcado con una X, y además moverse por el piso de destino sin salpicar. Pero los problemas no acababan ahí, al acercarse por el pasillo que daba al aula donde tenía que entrar pudo ver a alguien salir de ésta. Otro chunnin, por su chaleco más que nada.
Sin embargo, ese ninja era completamente diferente al de abajo y, probablemente, a cualquier shinobi que hubiera visto Karamaru. Se trataba de un hombre de una edad más que avanzada, el poco pelo que le quedaba en la cabeza, por encima de las orejas, era totalmente blanco. En su rostro había más arrugas que piel y su cuerpo era incluso más pequeño que el de Karamaru.
Al salir cerró la puerta tras de él, sacó una llave y cerró con ella la puerta del aula. Tras ello fue en dirección al shinobi, se paró delante de él y levantó la cabeza lentamente, clavando sus ojos abiertos de par en par en el rostro del calvo.
— ¡Estos jovenes de hoy en día me vais a matar! ¿¡Qué se te ha perdido a ti ahora!? Tengo que bajar a ayudar a Akiko con su Taijutsu, así que o me acompañas y me ayudas o no me pidas nada más.
El anciano se ayudaba de una muleta para moverse, ya que al lado de su pierna derecha, no había ninguna pierna izquierda. Se quedó ahí parado, delante del Genin esperando y mirandole fijamente con los ojos bien abiertos.
Ahora podía ver perfectamente el pupitre marcado con una X, y además moverse por el piso de destino sin salpicar. Pero los problemas no acababan ahí, al acercarse por el pasillo que daba al aula donde tenía que entrar pudo ver a alguien salir de ésta. Otro chunnin, por su chaleco más que nada.
Sin embargo, ese ninja era completamente diferente al de abajo y, probablemente, a cualquier shinobi que hubiera visto Karamaru. Se trataba de un hombre de una edad más que avanzada, el poco pelo que le quedaba en la cabeza, por encima de las orejas, era totalmente blanco. En su rostro había más arrugas que piel y su cuerpo era incluso más pequeño que el de Karamaru.
Al salir cerró la puerta tras de él, sacó una llave y cerró con ella la puerta del aula. Tras ello fue en dirección al shinobi, se paró delante de él y levantó la cabeza lentamente, clavando sus ojos abiertos de par en par en el rostro del calvo.
— ¡Estos jovenes de hoy en día me vais a matar! ¿¡Qué se te ha perdido a ti ahora!? Tengo que bajar a ayudar a Akiko con su Taijutsu, así que o me acompañas y me ayudas o no me pidas nada más.
El anciano se ayudaba de una muleta para moverse, ya que al lado de su pierna derecha, no había ninguna pierna izquierda. Se quedó ahí parado, delante del Genin esperando y mirandole fijamente con los ojos bien abiertos.