12/05/2017, 19:58
Por suerte —o por desgracia, según se mirase—, Noemi no puso resistencia a retrasar su cuerpo, dejando que el pecho reposase sobre el suyo —lo cual no era una sensación menos reconfortante, ni mucho menos— y apoyando la mejilla en su hombro.
Tras unos minutos de duda, datsue se atrevió finalmente a rodearla con las manos y abrazarla a la altura de la cadera. El olor a jazmín del perfume inundaba su olfato; la respiración de ella, rítmica y tranquila, le hacía cosquillas en el cuello. Todo era perfecto. Mejor incluso que el sutil tintineo de las monedas en su cartera. Que el peso de los ryō en su bolsillo. Que los fajos de billetes recién estrenados, con ese color verde, brillante e impoluto, y ese olor tan característico que desprendían, como si hubiesen sido recién sacados de la fábrica y todavía estuviesen calientes…
«Oh, sí...»
Vale, quizá no mejor que a billetes recién salidos del horno, pero sí a la misma altura. Aquello era, simplemente, maravilloso.
«Y espérate a que se lo cuente a Chokichi… ¡Ja! ¡El muy mamonazo se morirá de envidia!»
Pero como todo en aquella vida, todo tenía su momento. Su minuto de gloria. Aquella sensación de buena fortuna pronto empezó a convertirse en un picor en la espalda. En un brazo dormido —el que más peso soportaba del cuerpo de Noemi—, en una incomodidad horrible por no poder moverse. Datsue era de los que se revolvían una y otra vez en la cama, buscando siempre una nueva postura, otro lado sobre el que apoyarse… y empezaba a notar las terribles consecuencias de encontrarse atrapado bajo el yugo de una fémina, por muy guapa que le pareciese.
Soplaba, tratando de expulsar los pelos sueltos de Noemi que se le colaban por la boca. Tenía calor, mucha más de la que tendría bajo cualquier manta, y pronto descubrió que el sofá, sin duda, le hubiese acarreado muchos menos dolores de espalda…
Y así fue, para Uchiha Datsue, la noche. Una noche en la que casi no durmió, pero no por consecuencia de lo que le hubiese gustado…
Tras unos minutos de duda, datsue se atrevió finalmente a rodearla con las manos y abrazarla a la altura de la cadera. El olor a jazmín del perfume inundaba su olfato; la respiración de ella, rítmica y tranquila, le hacía cosquillas en el cuello. Todo era perfecto. Mejor incluso que el sutil tintineo de las monedas en su cartera. Que el peso de los ryō en su bolsillo. Que los fajos de billetes recién estrenados, con ese color verde, brillante e impoluto, y ese olor tan característico que desprendían, como si hubiesen sido recién sacados de la fábrica y todavía estuviesen calientes…
«Oh, sí...»
Vale, quizá no mejor que a billetes recién salidos del horno, pero sí a la misma altura. Aquello era, simplemente, maravilloso.
«Y espérate a que se lo cuente a Chokichi… ¡Ja! ¡El muy mamonazo se morirá de envidia!»
Pero como todo en aquella vida, todo tenía su momento. Su minuto de gloria. Aquella sensación de buena fortuna pronto empezó a convertirse en un picor en la espalda. En un brazo dormido —el que más peso soportaba del cuerpo de Noemi—, en una incomodidad horrible por no poder moverse. Datsue era de los que se revolvían una y otra vez en la cama, buscando siempre una nueva postura, otro lado sobre el que apoyarse… y empezaba a notar las terribles consecuencias de encontrarse atrapado bajo el yugo de una fémina, por muy guapa que le pareciese.
Soplaba, tratando de expulsar los pelos sueltos de Noemi que se le colaban por la boca. Tenía calor, mucha más de la que tendría bajo cualquier manta, y pronto descubrió que el sofá, sin duda, le hubiese acarreado muchos menos dolores de espalda…
Y así fue, para Uchiha Datsue, la noche. Una noche en la que casi no durmió, pero no por consecuencia de lo que le hubiese gustado…
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado