25/06/2015, 19:12
El Yotsuki escuchó como estaba en lo cierto por palabras del chico de cabellera azabache, no se molestó en negarlo. Realmente, no tenía porqué negarlo, simplemente confirmó y explicó su raciocinio. El chico vislumbró el hecho de que entre ambos podían estar mas atentos, así como entretenidos en lo que fuese a durar esa entredicha "amistad o tratado". Así mismo, aprovechó para preguntarle hacia donde se dirigía.
— Tienes toda la razón, compañero. — Afirmó ante la cuestión primaria. — Si estoy en lo cierto, y estamos en Taikarune... pensaba ir a visitar ese clamado museo de armamento. Estamos en Taikarune, ¿verdad? Es que soy algo torpe guiándome en los viajes.... no he viajado demasiado... jejejeje. —
Confesado ese pequeño gran defecto suyo, el chico terminó riéndose de sí mismo, aunque no de manera despectiva. Era irónico incluso para él, un shinobi que no sabía guiarse ni con un plano. Simplemente increíble. Pese a ello, nada tenía que ver con sus habilidades o fuerza de voluntad. Su espíritu, renovado tras el accidente, era inquebrantable. Nada ni nadie podía con él.
De pronto, sus sentidos se alarmaron al escuchar a una chica gritar. Su voz, casi apagada entre una muchedumbre en pleno movimiento, resaltaba a duras penas. Éste hecho no fue casi opaco según parecía, pues los gritos de la chica también habían llegado a oídos del chico de Uzushiogakure. Sin pensarlo dos veces, el de Uzu sugirió que quizás deberían ayudar, terminando con una coletilla de un tanto singular. Chico de Kusagakure.
"Cierto... aún no nos hemos presentado siquiera..."
— Si, deberíamos mirar si podemos ayudar. Por cierto, mi nombre es Yotsuki Zukamane... puedes llamarme Zuka. —
Dicho ésto, el joven emprendería marcha hacia donde había escuchado el último vocerío. Con un poco de suerte, identificaría a la pequeña que había perdido a su padre y hermano, según había podido entender. La pobre pequeña debería estar asustada, y habían de darse prisa. Avanzó aprisa, aunque sin dejar atrás a su nuevo compañero. Eso sí, a cada paso miraba hacia todos lados, buscando a la chica.
— Pequeñaaaa! ¿¿Donde estás?? — Vociferó el rubio mientras buscaba a la chica perdida.
— Tienes toda la razón, compañero. — Afirmó ante la cuestión primaria. — Si estoy en lo cierto, y estamos en Taikarune... pensaba ir a visitar ese clamado museo de armamento. Estamos en Taikarune, ¿verdad? Es que soy algo torpe guiándome en los viajes.... no he viajado demasiado... jejejeje. —
Confesado ese pequeño gran defecto suyo, el chico terminó riéndose de sí mismo, aunque no de manera despectiva. Era irónico incluso para él, un shinobi que no sabía guiarse ni con un plano. Simplemente increíble. Pese a ello, nada tenía que ver con sus habilidades o fuerza de voluntad. Su espíritu, renovado tras el accidente, era inquebrantable. Nada ni nadie podía con él.
De pronto, sus sentidos se alarmaron al escuchar a una chica gritar. Su voz, casi apagada entre una muchedumbre en pleno movimiento, resaltaba a duras penas. Éste hecho no fue casi opaco según parecía, pues los gritos de la chica también habían llegado a oídos del chico de Uzushiogakure. Sin pensarlo dos veces, el de Uzu sugirió que quizás deberían ayudar, terminando con una coletilla de un tanto singular. Chico de Kusagakure.
"Cierto... aún no nos hemos presentado siquiera..."
— Si, deberíamos mirar si podemos ayudar. Por cierto, mi nombre es Yotsuki Zukamane... puedes llamarme Zuka. —
Dicho ésto, el joven emprendería marcha hacia donde había escuchado el último vocerío. Con un poco de suerte, identificaría a la pequeña que había perdido a su padre y hermano, según había podido entender. La pobre pequeña debería estar asustada, y habían de darse prisa. Avanzó aprisa, aunque sin dejar atrás a su nuevo compañero. Eso sí, a cada paso miraba hacia todos lados, buscando a la chica.
— Pequeñaaaa! ¿¿Donde estás?? — Vociferó el rubio mientras buscaba a la chica perdida.