25/06/2015, 19:55
El rubio continuó su interminable hazaña, entre tanto, la mujer acudió a la cocina y se trajo la silla. Desde ella, y junto a su esposo, con una melosa actitud hacia éste, la señora continuaría su vigía hacia los pequeños. Sus reglas habían sido impuestas, y tan solo esperaba que los chicos la cumpliesen a rajatabla. Tampoco cabía esperar menos, tras su rotunda y agresiva hospitalidad.
Para cuando el rubio miró hacia su lado, el peliblanco parecía estar raspando el fondo del cuenco. Sin pensarlo dos veces, se asomó a ver si sus oídos no le engañaban. Al verlo, no pudo ni creérselo. Era imposible. Absolutamente disparatado, ni de coña... Un sudor frío le recorrió la sien, ¿Cómo era posible ésto? Miró al suelo, e incluso al techo... ese arroz debía estar en algún lado. Sin tutías, el rubio no se contuvo.
— Ni de coña... no te has terminado el plato. ¿Que has hecho con el arroz? — Acusó a su compañero.
Obviamente, ésto lo hizo a un tono lo suficientemente bajo como para que no le escuchase la señora. La cual, empezó a alzar una ceja y mirar extrañada a los chicos. La mujer comenzaba a estar un poco mosqueada, sospechando que los jóvenes tramaban algo.
— ¿Que disís? ¿Que sus tai tramando? —
Su pregunta fue clara y concisa, sin hueco a errar. Pese a su actitud, la mujer aún se mantenía en su asiento. Agarrando de la mano a su señor esposo.
— Noo... nada. Solo le comentaba a éste chico lo bueno que está este arroz. Es usted una gran cocinera. — Contestó rápidamente el Yotsuki.
Dicho ésto, el chico continuó haciendo como que comía, evidentemente sin opción de comer mucho mas... el estómago ya se lo impedía, hacía tiempo que había llegado a su máximo de comida ingerida. Fuere lo que fuere que había hecho ese chico, el Yotsuki debía ingeniárselas también para esconder el plato.
Para cuando el rubio miró hacia su lado, el peliblanco parecía estar raspando el fondo del cuenco. Sin pensarlo dos veces, se asomó a ver si sus oídos no le engañaban. Al verlo, no pudo ni creérselo. Era imposible. Absolutamente disparatado, ni de coña... Un sudor frío le recorrió la sien, ¿Cómo era posible ésto? Miró al suelo, e incluso al techo... ese arroz debía estar en algún lado. Sin tutías, el rubio no se contuvo.
— Ni de coña... no te has terminado el plato. ¿Que has hecho con el arroz? — Acusó a su compañero.
Obviamente, ésto lo hizo a un tono lo suficientemente bajo como para que no le escuchase la señora. La cual, empezó a alzar una ceja y mirar extrañada a los chicos. La mujer comenzaba a estar un poco mosqueada, sospechando que los jóvenes tramaban algo.
— ¿Que disís? ¿Que sus tai tramando? —
Su pregunta fue clara y concisa, sin hueco a errar. Pese a su actitud, la mujer aún se mantenía en su asiento. Agarrando de la mano a su señor esposo.
— Noo... nada. Solo le comentaba a éste chico lo bueno que está este arroz. Es usted una gran cocinera. — Contestó rápidamente el Yotsuki.
Dicho ésto, el chico continuó haciendo como que comía, evidentemente sin opción de comer mucho mas... el estómago ya se lo impedía, hacía tiempo que había llegado a su máximo de comida ingerida. Fuere lo que fuere que había hecho ese chico, el Yotsuki debía ingeniárselas también para esconder el plato.