14/05/2017, 18:47
—Un par de jóvenes con intereses históricos, ¡vaya broma! —bufoneó el anciano rubio.
Comprendiendo que se trataba de un sujeto problemático, Kōtetsu enarco las cejas y dejo escapar una expresión, que si bien era de clara molestia, no dejaba de ser serena. Se quedo observando, esperando que entendiera que le estaban hablando enserio.
—Vale, está bien, les creo... —refunfuño, mientras desviaba la mirada hacia la mancha de baba que había dejado en el mostrador.
El encargado busco un trapo y comenzó limpiar la mesa, mientras arrojaba una que otra mirada curiosa al par de jóvenes que estaban frente a él. Se le hacía sumamente extraño el tener clientes en aquella temporada, pues la mayoría de los que visitaban el pueblo solo buscaban un sitio en donde hospedarse hasta que les fuera conveniente continuar con su viaje.
—Entonces… —Se vio en la necesidad de hablar, pues aquel hombre se había quedado en pasmoso silencio.
—Sí, sí, el recorrido —se avispo, como recordado que trabajaba allí—. Antes de comenzar se ha de pagar una módica cuota, serian veinte ryos en total.
—Está bien… creo —dijo, antes de entregarle el pago al expectante cobrador.
Lo cierto es que no le importaba mucho pagar el precio de ambos, pero por aquella cantidad, que desvergonzadamente rayaba en la usura, esperaba que el recorrido valiese la pena. Aunque aquello quizás era esperar mucho, pues el carácter del encargado, sumado a lo deteriorado del local, le impedía sentirse optimista al respecto.
—Perfecto —declaro, mientras contaba cuidadosa y codiciosamente las monedas—. ¿Están listos para el mejor recorrido de sus vidas?
Comprendiendo que se trataba de un sujeto problemático, Kōtetsu enarco las cejas y dejo escapar una expresión, que si bien era de clara molestia, no dejaba de ser serena. Se quedo observando, esperando que entendiera que le estaban hablando enserio.
—Vale, está bien, les creo... —refunfuño, mientras desviaba la mirada hacia la mancha de baba que había dejado en el mostrador.
El encargado busco un trapo y comenzó limpiar la mesa, mientras arrojaba una que otra mirada curiosa al par de jóvenes que estaban frente a él. Se le hacía sumamente extraño el tener clientes en aquella temporada, pues la mayoría de los que visitaban el pueblo solo buscaban un sitio en donde hospedarse hasta que les fuera conveniente continuar con su viaje.
—Entonces… —Se vio en la necesidad de hablar, pues aquel hombre se había quedado en pasmoso silencio.
—Sí, sí, el recorrido —se avispo, como recordado que trabajaba allí—. Antes de comenzar se ha de pagar una módica cuota, serian veinte ryos en total.
—Está bien… creo —dijo, antes de entregarle el pago al expectante cobrador.
Lo cierto es que no le importaba mucho pagar el precio de ambos, pero por aquella cantidad, que desvergonzadamente rayaba en la usura, esperaba que el recorrido valiese la pena. Aunque aquello quizás era esperar mucho, pues el carácter del encargado, sumado a lo deteriorado del local, le impedía sentirse optimista al respecto.
—Perfecto —declaro, mientras contaba cuidadosa y codiciosamente las monedas—. ¿Están listos para el mejor recorrido de sus vidas?