17/05/2017, 15:25
—Que ya conozco una posada —
Las palabras de Ritsuko eran filosas, no se iba a molestar en ningún momento en echar mano a las formas y hacer las cosas de una manera políticamente correcta, sin duda alguna era una completa rebelde. El tipo de actitud que puede echar a andar una nación frenada.
—A ver, solo quiero saber en qué dirección ir para llegar al país del bosque, nada más —
Nuevamente reclamó por lo que realmente le interesaba, como encontrar el camino a su casa o bueno, lo que podía ser su casa. En ese momento Mogura ya se había detenido y girado en dirección a la pelirroja para escucharla como correspondía. Por su parte Taeko no paraba de escribir palabras con sus herramientas de caligrafía.
≫Manase-san. ¿Qué tanto tiempo tenemos antes de que llegue la tormenta?
De eso no estaba muy seguro, pero lo que si sabía era que no quería estar afuera cuando la tormenta llegara. Miró un segundo a los ojos a Taeko y luego regresó su mirada a Ritsuko.
No tenemos mucho tiempo y realmente no queremos estar afuera cuando la tormenta llegue. Vamos a la posada donde se hospeda Ritsuko-san y mientras ella consigue ropa seca, me encargaré de encontrar las indicaciones pertinentes para que pueda realizar su viaje.
Dicho de esa manera sonaba a que priorizaba la salud de la kunoichi a la información que esta pedía, y realmente era así. Pero es que en parte también estaba el hecho de que la información no le iba a servir de nada si le caía la tormenta encima y moría de hipotermia un par de kilómetros más allá del horizonte del pueblo.
Ritsuko-san, guíanos por favor.
Pidió finalmente realizando una ligera reverencia.
Las palabras de Ritsuko eran filosas, no se iba a molestar en ningún momento en echar mano a las formas y hacer las cosas de una manera políticamente correcta, sin duda alguna era una completa rebelde. El tipo de actitud que puede echar a andar una nación frenada.
—A ver, solo quiero saber en qué dirección ir para llegar al país del bosque, nada más —
Nuevamente reclamó por lo que realmente le interesaba, como encontrar el camino a su casa o bueno, lo que podía ser su casa. En ese momento Mogura ya se había detenido y girado en dirección a la pelirroja para escucharla como correspondía. Por su parte Taeko no paraba de escribir palabras con sus herramientas de caligrafía.
≫Manase-san. ¿Qué tanto tiempo tenemos antes de que llegue la tormenta?
De eso no estaba muy seguro, pero lo que si sabía era que no quería estar afuera cuando la tormenta llegara. Miró un segundo a los ojos a Taeko y luego regresó su mirada a Ritsuko.
No tenemos mucho tiempo y realmente no queremos estar afuera cuando la tormenta llegue. Vamos a la posada donde se hospeda Ritsuko-san y mientras ella consigue ropa seca, me encargaré de encontrar las indicaciones pertinentes para que pueda realizar su viaje.
Dicho de esa manera sonaba a que priorizaba la salud de la kunoichi a la información que esta pedía, y realmente era así. Pero es que en parte también estaba el hecho de que la información no le iba a servir de nada si le caía la tormenta encima y moría de hipotermia un par de kilómetros más allá del horizonte del pueblo.
Ritsuko-san, guíanos por favor.
Pidió finalmente realizando una ligera reverencia.
Hablo - Pienso