26/06/2015, 05:28
De estar en una situación mala, pasarían a estar en una un poco menos peor.
Esto principalmente, debido a que la chica que le acompañaba aseguraba poder realizar la técnica de fuego necesaria para encender la antorcha.
Mientras ella se preparaba, el Ishimura empezó a improvisar lo que sería la antorcha que le proporcionaría la tan ansiada luz que necesitaban. Lo primero era donde ubicarla, ya que dudaba mucho que en la cercanía hubiera una rama adecuada para aquello, dándose cuenta de aquello tomo la decisión de usar la funda de su katana como base para la antorcha.
«Joder no quisiera tener que utilizarla, pero no me queda de otra» —se lamento él.
Con eso resuelto, procedió a arrancar su manga izquierda y envolverla alrededor del final de la vaina. Después le quito la cabeza a todos los fósforos, y quitándose la otra manga, las coloco en medio de dos ajustados trozos de tela. Solo faltaba algo para que ardiera correctamente.
«Esto nos dejara propenso a contraer alguna infección… pero tampoco es que tengamos otra opción» —pensó él, mientras vertía una pequeña botella de alcohol para primeros auxilios, sobre la tela que envolvía el material de los fósforos.
—Estoy listo, adelante —fue su aviso.
Inmediatamente después, enfrente de él y desde la más profunda oscuridad se manifestó una bola de fuego, que por un instante le cegó debido a la cercanía. Fue por poco que logro pasar la antorcha por el cuerpo ardiente de la técnica, pues esta se movía a gran velocidad.
Pero encender aquel instrumento de luz, no fue el único logro de la técnica. Pues a medida que esta se alejo hasta el centro del lago, ilumino todo su trayecto, permitiendo que por un corto momento los jóvenes pudieran apreciar las dimensiones del lugar donde se encontraban.
La impresión fue tan grande como las dimensiones de aquel lugar, ya que a diferencia de lo que pensaba el pelo blanco, no se trataba de un pequeño agujero en el suelo. En realidad era una enorme galería de piedra y barro, que estaba parcialmente inundada.
Lo ideal hubiera sido buscar algún pasaje o agujero al cual dirigirse, pero la luminosidad de aquel katon fue efímera, y para cuando encontró su fin en las frías aguas, el Ishimura había tenido poca o ninguna oportunidad de encontrar lo que buscaba.
—Ahora tenemos luz, así que podremos ver por dónde vamos —aseguro, mientras mantenía en alto la antorcha y por primera vez en un buen rato, podía apreciar las facciones de la persona que le acompañaba.
Esto principalmente, debido a que la chica que le acompañaba aseguraba poder realizar la técnica de fuego necesaria para encender la antorcha.
Mientras ella se preparaba, el Ishimura empezó a improvisar lo que sería la antorcha que le proporcionaría la tan ansiada luz que necesitaban. Lo primero era donde ubicarla, ya que dudaba mucho que en la cercanía hubiera una rama adecuada para aquello, dándose cuenta de aquello tomo la decisión de usar la funda de su katana como base para la antorcha.
«Joder no quisiera tener que utilizarla, pero no me queda de otra» —se lamento él.
Con eso resuelto, procedió a arrancar su manga izquierda y envolverla alrededor del final de la vaina. Después le quito la cabeza a todos los fósforos, y quitándose la otra manga, las coloco en medio de dos ajustados trozos de tela. Solo faltaba algo para que ardiera correctamente.
«Esto nos dejara propenso a contraer alguna infección… pero tampoco es que tengamos otra opción» —pensó él, mientras vertía una pequeña botella de alcohol para primeros auxilios, sobre la tela que envolvía el material de los fósforos.
—Estoy listo, adelante —fue su aviso.
Inmediatamente después, enfrente de él y desde la más profunda oscuridad se manifestó una bola de fuego, que por un instante le cegó debido a la cercanía. Fue por poco que logro pasar la antorcha por el cuerpo ardiente de la técnica, pues esta se movía a gran velocidad.
Pero encender aquel instrumento de luz, no fue el único logro de la técnica. Pues a medida que esta se alejo hasta el centro del lago, ilumino todo su trayecto, permitiendo que por un corto momento los jóvenes pudieran apreciar las dimensiones del lugar donde se encontraban.
La impresión fue tan grande como las dimensiones de aquel lugar, ya que a diferencia de lo que pensaba el pelo blanco, no se trataba de un pequeño agujero en el suelo. En realidad era una enorme galería de piedra y barro, que estaba parcialmente inundada.
Lo ideal hubiera sido buscar algún pasaje o agujero al cual dirigirse, pero la luminosidad de aquel katon fue efímera, y para cuando encontró su fin en las frías aguas, el Ishimura había tenido poca o ninguna oportunidad de encontrar lo que buscaba.
—Ahora tenemos luz, así que podremos ver por dónde vamos —aseguro, mientras mantenía en alto la antorcha y por primera vez en un buen rato, podía apreciar las facciones de la persona que le acompañaba.