19/05/2017, 15:21
¿Y qué tal si me enseña algo a mí? Enséñeme el entrenamiento de la vieja escuela, conviertame en un gennin que usted no subestime.
Por favor.
El calvo realizó una fuerte reverencia encarando al anciano, quien soltó una carcajada.
— Sin duda te he impresionado. Las enseñanzas van mucho más allá que el entrenamiento. Se trata de lo que tienes aquí. — se señaló el corazón — Lo verdaderamente importante es tener la fuerza para entrenar hasta que todos tus huesos y todos tus músculos esten tan preparados para la acción como tu mente. Hoy en día se alimenta mucho el conocimiento y el cuerpo queda en un segundo plano. En mis tiempos tu instinto era lo que te salvaba la vida, y eso no te lo va a enseñar nadie.
El discurso del anciano fue interrumpido por la puerta abriendose. Una joven estudiante entró al recinto donde se encontraban, llevaba una camiseta de tirantes bien ceñida y unas vendas envolviendo firmemente sus senos, para nada abultados. Tambien vestía unos pantalones cortos tan ceñidos como la camiseta y unas sandalias shinobi.
— Buenas tar... ¿Otra vez, sensei? ¡Ya hemos hablado de esto! Quiero entrenar con usted, si me sigue trayendo al primer estudiante al que puede amedrentar para que venga no voy a conseguir nada.
Todo indicaba que no era la primera vez que el hombre convencía con metodos poco ortodoxos a algún estudiante para entrenar.
— Pero esta vez no es ningún estudiante, Yui-chan. Es un gennin hecho y derecho. Miralo qué robustez y qué fuerza, seguro que no puedes derrotarlo.
Ya había conseguido avivar la llama de la competividad en ella, ahora solo tenía que sentarse en aquel banco y esperar a que estuvieran preparados en la arena para dar la orden de que comenzasen a pegarse. Y así fue, la chica miró de arriba a abajo a Karamaru con sus ojos de un azul tan oscuro como el que caracterizaba a su villa y se fue hacia la arena sin mediar palabra. Al darse la vuelta podría ver con claridad que la joven llevaba su pelo negro recogido en un apretado moño.
El sensei le haría señas para que la siguiera, ella se colocaría en un extremo del circulo y él debía colocarse en el otro. La chica hizo una breve reverencia mientras mantenía el sello del Shinobi Kumite en su diestra. Cuando Karamaru la imitara y estuviera en posición el anciano hablaría.
— El primero que caiga al suelo o sangre pierde, nada de armas ni jutsus ofensivos. ¿Lo habeis entendido?
Por favor.
El calvo realizó una fuerte reverencia encarando al anciano, quien soltó una carcajada.
— Sin duda te he impresionado. Las enseñanzas van mucho más allá que el entrenamiento. Se trata de lo que tienes aquí. — se señaló el corazón — Lo verdaderamente importante es tener la fuerza para entrenar hasta que todos tus huesos y todos tus músculos esten tan preparados para la acción como tu mente. Hoy en día se alimenta mucho el conocimiento y el cuerpo queda en un segundo plano. En mis tiempos tu instinto era lo que te salvaba la vida, y eso no te lo va a enseñar nadie.
El discurso del anciano fue interrumpido por la puerta abriendose. Una joven estudiante entró al recinto donde se encontraban, llevaba una camiseta de tirantes bien ceñida y unas vendas envolviendo firmemente sus senos, para nada abultados. Tambien vestía unos pantalones cortos tan ceñidos como la camiseta y unas sandalias shinobi.
— Buenas tar... ¿Otra vez, sensei? ¡Ya hemos hablado de esto! Quiero entrenar con usted, si me sigue trayendo al primer estudiante al que puede amedrentar para que venga no voy a conseguir nada.
Todo indicaba que no era la primera vez que el hombre convencía con metodos poco ortodoxos a algún estudiante para entrenar.
— Pero esta vez no es ningún estudiante, Yui-chan. Es un gennin hecho y derecho. Miralo qué robustez y qué fuerza, seguro que no puedes derrotarlo.
Ya había conseguido avivar la llama de la competividad en ella, ahora solo tenía que sentarse en aquel banco y esperar a que estuvieran preparados en la arena para dar la orden de que comenzasen a pegarse. Y así fue, la chica miró de arriba a abajo a Karamaru con sus ojos de un azul tan oscuro como el que caracterizaba a su villa y se fue hacia la arena sin mediar palabra. Al darse la vuelta podría ver con claridad que la joven llevaba su pelo negro recogido en un apretado moño.
El sensei le haría señas para que la siguiera, ella se colocaría en un extremo del circulo y él debía colocarse en el otro. La chica hizo una breve reverencia mientras mantenía el sello del Shinobi Kumite en su diestra. Cuando Karamaru la imitara y estuviera en posición el anciano hablaría.
— El primero que caiga al suelo o sangre pierde, nada de armas ni jutsus ofensivos. ¿Lo habeis entendido?