23/05/2017, 13:46
(Última modificación: 29/07/2017, 02:39 por Amedama Daruu.)
— ¡Eh, tú, saco de mierda! — llamé la atención del que no dejaba de llamarnos sacrificios — Suéltanos de una puta vez y pelea como un hombre en vez de como un cobarde.
—Oh, karo ke vaiz a pedear —dijo el enmascarado—. —Todoz doz zakificioz pedean antez del... zakificio.
— ¡¡¡SUÉLTAME DE UNA VEZ, MALDITO GILIPOLLAS!!!
—¡YA BAFTA! —Otro palazo. Daruu gimió y gruñó por lo bajo—. ¡Yanga! ¡Ponlez laz moddazaz!
Las moddazaz resultaron ser unas mordazas. Se las pusieron desde detrás, para que no pudieran morder.
—Hada. Cadaditoz. Y ahoda, ¡MUZAZOS, ZEGUIMOZ CON ED RITUAD! ¡POD ED GRAN CHAMÁN!
«Mal, mal, mal, esto está mal... Esto está mal...»
Miró a un lado, a otro. Tenía las muñecas atadas a la espalda, rodeando un palo. Notaba el nudo firmemente atado a sus muñecas. ¿Podía hacer algo? ¿Acaso podía hacer algo?
«Puedo... intentarlo. ¡Puedo hacerlo!»
Con esfuerzo, giró la muñeca aguantando una mueca de dolor, y puso los dedos índice y corazón donde notaba que estaba el nudo que le ataba.
—¡¡UN, CHACA CHACA UN, CHACA CHACA ÚN!!
«Sólo un pulso bien fuerte de chakra con el Juuken. Pero... ¿Qué hago con el de Kusa? No puedo dejarlo aquí. Probablemente tengamos muy poco tiempo para escapar... No sabemos si esta gente sabe Ninjutsu o qué hostias...»
«En fin... Supongo que eso da igual. ¿Sacrificios? Y una mierda.»
Hubo un estallido cuando la cuerda se rompió.
Actuó todo lo rápido que pudo, consciente de que el ruido de la cuerda no había pasado desapercibido ante nadie y que debajo de él habían cuatro personas portando el palo, por no hablar de las que transportaban al ninja de Kusagakure.
Rompió la cuerda y aterrizó en la base de madera donde estaba el poste. Dio un rápido salto lateral y posó sus dedos en el nudo que amarraba al otro genin.
—¡FÁFIDO, A FOF ÁFBOLES! —Con la mordaza puesta no se entendía una mierda. Daba igual, no había tiempo de quitársela. Daruu saltó en cuanto posó los pies en la plataforma de madera del kusareño. Los hombres enmascarados de debajo ahogaron un grito, incapaces de soportar el peso. El otro chaval tendría que saltar.
Daruu aterrizó en la rama del árbol más cercano, y de ahí saltó a la siguiente. Activó su Byakugan. No había tiempo de preocuparse del otro genin, él ya había hecho todo lo que había podido por liberarlo: ahora tendría que afanarse y alcanzarlo.
—Oh, karo ke vaiz a pedear —dijo el enmascarado—. —Todoz doz zakificioz pedean antez del... zakificio.
— ¡¡¡SUÉLTAME DE UNA VEZ, MALDITO GILIPOLLAS!!!
—¡YA BAFTA! —Otro palazo. Daruu gimió y gruñó por lo bajo—. ¡Yanga! ¡Ponlez laz moddazaz!
Las moddazaz resultaron ser unas mordazas. Se las pusieron desde detrás, para que no pudieran morder.
—Hada. Cadaditoz. Y ahoda, ¡MUZAZOS, ZEGUIMOZ CON ED RITUAD! ¡POD ED GRAN CHAMÁN!
«Mal, mal, mal, esto está mal... Esto está mal...»
Miró a un lado, a otro. Tenía las muñecas atadas a la espalda, rodeando un palo. Notaba el nudo firmemente atado a sus muñecas. ¿Podía hacer algo? ¿Acaso podía hacer algo?
«Puedo... intentarlo. ¡Puedo hacerlo!»
Con esfuerzo, giró la muñeca aguantando una mueca de dolor, y puso los dedos índice y corazón donde notaba que estaba el nudo que le ataba.
—¡¡UN, CHACA CHACA UN, CHACA CHACA ÚN!!
«Sólo un pulso bien fuerte de chakra con el Juuken. Pero... ¿Qué hago con el de Kusa? No puedo dejarlo aquí. Probablemente tengamos muy poco tiempo para escapar... No sabemos si esta gente sabe Ninjutsu o qué hostias...»
«En fin... Supongo que eso da igual. ¿Sacrificios? Y una mierda.»
Hubo un estallido cuando la cuerda se rompió.
Actuó todo lo rápido que pudo, consciente de que el ruido de la cuerda no había pasado desapercibido ante nadie y que debajo de él habían cuatro personas portando el palo, por no hablar de las que transportaban al ninja de Kusagakure.
Rompió la cuerda y aterrizó en la base de madera donde estaba el poste. Dio un rápido salto lateral y posó sus dedos en el nudo que amarraba al otro genin.
—¡FÁFIDO, A FOF ÁFBOLES! —Con la mordaza puesta no se entendía una mierda. Daba igual, no había tiempo de quitársela. Daruu saltó en cuanto posó los pies en la plataforma de madera del kusareño. Los hombres enmascarados de debajo ahogaron un grito, incapaces de soportar el peso. El otro chaval tendría que saltar.
Daruu aterrizó en la rama del árbol más cercano, y de ahí saltó a la siguiente. Activó su Byakugan. No había tiempo de preocuparse del otro genin, él ya había hecho todo lo que había podido por liberarlo: ahora tendría que afanarse y alcanzarlo.