25/05/2017, 00:48
Una vez en su habitación, Ritsuko aprovechó para intentar relajarse un poco, el estar con un par de personas excesivamente formales como aquellos dos le resultaba estresante como mínimo. ~Nunca en mi jodida vida me encontré con gente así ~pensaba, aunque claro que pasado el día tendría que cambiar aquel pensamiento.
Pero por suerte ahora mismo estaba sola, podía disfrutar del más absoluto silencio mientras tomaba algunas prendas de entre las que llevaba cuando salía de viaje.
—Yo volvería, al menos para que te digan a dónde ir —dijo la mujer que se materializó justo detrás de la kunoichi.
—Iré, sí, pero después de cambiarme —respondió poniéndose ya manos a la obra.
Obviamente se tomaría su tiempo, ya sea para buscar la toalla como para secarse y volver a vestirse, incluso se tomaría un buen rato para estirar su ropa de modo que pueda secarse bien. Terminado ya todo la chica se tumbó un rato sobre la cama simplemente para hacer algo más de tiempo.
—Sabes que te conviene —le espetó la mayor.
—¿Segura…? —cuestionó vagamente la joven.
Demasiado cómoda, podría dormirse en ese preciso instante, es cierto, pero al final su madre tenía la razón y por ello la Kazama volvió a ponerse de pie y se acercó a la puerta donde dudó un instante.
Luego de pensárselo una vez más, terminó cruzando la puerta y dirigiéndose a la sala principal donde deberían de estar los otros dos shinobis.
Esta vez Ritsuko vestía un conjunto bastante simple y ceñido al cuerpo. Una camiseta de mangas largas y un pantalón también largo, ambos del mismo color y de tela algo gruesa lo cual le daba un aspecto algo más robusto y por encima de todo una capa roja como la gabardina. Y por suerte, no le tomó demasiado tiempo encontrarles delante de la barra.
Pero por suerte ahora mismo estaba sola, podía disfrutar del más absoluto silencio mientras tomaba algunas prendas de entre las que llevaba cuando salía de viaje.
—Yo volvería, al menos para que te digan a dónde ir —dijo la mujer que se materializó justo detrás de la kunoichi.
—Iré, sí, pero después de cambiarme —respondió poniéndose ya manos a la obra.
Obviamente se tomaría su tiempo, ya sea para buscar la toalla como para secarse y volver a vestirse, incluso se tomaría un buen rato para estirar su ropa de modo que pueda secarse bien. Terminado ya todo la chica se tumbó un rato sobre la cama simplemente para hacer algo más de tiempo.
—Sabes que te conviene —le espetó la mayor.
—¿Segura…? —cuestionó vagamente la joven.
Demasiado cómoda, podría dormirse en ese preciso instante, es cierto, pero al final su madre tenía la razón y por ello la Kazama volvió a ponerse de pie y se acercó a la puerta donde dudó un instante.
Luego de pensárselo una vez más, terminó cruzando la puerta y dirigiéndose a la sala principal donde deberían de estar los otros dos shinobis.
Esta vez Ritsuko vestía un conjunto bastante simple y ceñido al cuerpo. Una camiseta de mangas largas y un pantalón también largo, ambos del mismo color y de tela algo gruesa lo cual le daba un aspecto algo más robusto y por encima de todo una capa roja como la gabardina. Y por suerte, no le tomó demasiado tiempo encontrarles delante de la barra.