26/05/2017, 19:49
¿Quien no sabía el cómo tratar una fiebre de un niño, siendo que probablemente todas las madres del mundo tenían la misma estrategia para todos? ¿qué madre no había dispuesto de una cubeta con agua fría, y un par de pañitos para aliviar el calor en la frente, y así intentar bajar los niveles de fiebre?
Probablemente, todas. Incluso la de Reika, si es que tuvo alguna. De cualquier forma, su respuesta fue la más apropiada según la situación prevista. La tarea de un ninja era pensar adecuadamente y actuar en consecuencia según las tribulaciones que se le presentasen durante un encargo. Un ninja no sólo era una máquina de guerra y enfrentamiento, sino también eran preparados para actuar con lógica y raciocinio, con inteligencia y prudencia. Independientemente de la dificultad de la misión, y siendo que cuidar a una afligida infante como Inaru probablemente una tarea de lo más sencilla, a Reika ya se le habían presentado varias complicaciones.
Y aquella fiebre, testaruda como el hombre más machista, era otra de ellas.
Pasó aproximadamente veinte minutos, y el tratamiento no parecía funcionar. La fiebre no bajaba, e Inaru no dejaba de trastabillar palabras ligeramente inaudibles, ni de temblar tampoco. Pero Reika era una kunoichi de Amegakure, una de las aldeas más avanzadas de todo Oonindo. Quizás el tratamiento más rudimentario y antaño de todos no era el más indicado, quizás, Inaru necesitaba algo más adecuado según los tiempos en los que ellos vivían.
¿Pero sería Reika capaz de comprenderlo, y ponerlo en marcha?
Probablemente, todas. Incluso la de Reika, si es que tuvo alguna. De cualquier forma, su respuesta fue la más apropiada según la situación prevista. La tarea de un ninja era pensar adecuadamente y actuar en consecuencia según las tribulaciones que se le presentasen durante un encargo. Un ninja no sólo era una máquina de guerra y enfrentamiento, sino también eran preparados para actuar con lógica y raciocinio, con inteligencia y prudencia. Independientemente de la dificultad de la misión, y siendo que cuidar a una afligida infante como Inaru probablemente una tarea de lo más sencilla, a Reika ya se le habían presentado varias complicaciones.
Y aquella fiebre, testaruda como el hombre más machista, era otra de ellas.
Pasó aproximadamente veinte minutos, y el tratamiento no parecía funcionar. La fiebre no bajaba, e Inaru no dejaba de trastabillar palabras ligeramente inaudibles, ni de temblar tampoco. Pero Reika era una kunoichi de Amegakure, una de las aldeas más avanzadas de todo Oonindo. Quizás el tratamiento más rudimentario y antaño de todos no era el más indicado, quizás, Inaru necesitaba algo más adecuado según los tiempos en los que ellos vivían.
¿Pero sería Reika capaz de comprenderlo, y ponerlo en marcha?