28/06/2015, 17:21
Luego de su osada pregunta, el Ishimura miraba con detenimiento a la jovencita, la observaba con cierto aire de incredulidad. Después de todo, la chica parecía ser muy inocente para ser una dama de compañía, aunque aquel rasgo bien podía ser fingido.
Pero su examen visual seria efímero, pues la jovencita le arrojo una pregunta, que a pesar de sonar un poco rara —debido quizás a una lengua mordida—, fue bastante clara y comprometedora.
—¿Ehhhhhhhhh? —dijo exageradamente, mientras los colores empezaban a subirle al rostro.
A pesar de su reacción, la chica continúo hablando de aquellas cosas vergonzosas. Pero su tono inocente hacia que el peli blanco se confundiera aun más.
—Espera, no soy un pervertido… Mira, una dama de compañías es… No, no, no. Definitivamente no soy nada de compañía —respondió de manera entrecortada tratando de seguir el ritmo de habla de la pelirroja.
De repente —mientras trataba de organizar sus pensamientos y articular adecuadamente lo que iba a decir— La chica lo tomo por el brazo y empezó a jalar de él. Bien podría haberse resistido, pero la chica demostraba ser más fuerte de lo que aparentaba su delicada e inocente presentación.
Mizuki también resultaba ser así, una flor con fuerza de oso. Al parecer eso debía ser algo común entre las kunoichis.
—Espera, detente —decía él, mientras de manera inexorable, la jovencita le arrastraba hasta un local de aspecto bastante llamativo.
Justamente cuando el ojos grises creía que las cosas no podían ponerse más locas. Escucho como la chica hacia un pedido en su nombre.
Estando un poco confundido, el chico se incorporo para tomar conciencia de donde estaba. De repente todo se hizo claro, los intensos colores rojos, el tendero hablando con una voz que hacía dudar de su sexualidad, y sobre todo un grupo de mujeres vestidas de manera escasa y erótica.
—No me jodas, es un prostíbulo —chillo el chico, mientras su cara se encontraba tan roja como uno de los faroles del local.
Inmediatamente se soltó de las garras de aquella chica y salió disparado hasta llegar al otro lado de la calle. Lugar donde se apoyo sobre sus rodillas, tratando de calmar su respiración, ya que su mismo musculo cardiaco parecía estar por estallar.
Pero su examen visual seria efímero, pues la jovencita le arrojo una pregunta, que a pesar de sonar un poco rara —debido quizás a una lengua mordida—, fue bastante clara y comprometedora.
—¿Ehhhhhhhhh? —dijo exageradamente, mientras los colores empezaban a subirle al rostro.
A pesar de su reacción, la chica continúo hablando de aquellas cosas vergonzosas. Pero su tono inocente hacia que el peli blanco se confundiera aun más.
—Espera, no soy un pervertido… Mira, una dama de compañías es… No, no, no. Definitivamente no soy nada de compañía —respondió de manera entrecortada tratando de seguir el ritmo de habla de la pelirroja.
De repente —mientras trataba de organizar sus pensamientos y articular adecuadamente lo que iba a decir— La chica lo tomo por el brazo y empezó a jalar de él. Bien podría haberse resistido, pero la chica demostraba ser más fuerte de lo que aparentaba su delicada e inocente presentación.
Mizuki también resultaba ser así, una flor con fuerza de oso. Al parecer eso debía ser algo común entre las kunoichis.
—Espera, detente —decía él, mientras de manera inexorable, la jovencita le arrastraba hasta un local de aspecto bastante llamativo.
Justamente cuando el ojos grises creía que las cosas no podían ponerse más locas. Escucho como la chica hacia un pedido en su nombre.
Estando un poco confundido, el chico se incorporo para tomar conciencia de donde estaba. De repente todo se hizo claro, los intensos colores rojos, el tendero hablando con una voz que hacía dudar de su sexualidad, y sobre todo un grupo de mujeres vestidas de manera escasa y erótica.
—No me jodas, es un prostíbulo —chillo el chico, mientras su cara se encontraba tan roja como uno de los faroles del local.
Inmediatamente se soltó de las garras de aquella chica y salió disparado hasta llegar al otro lado de la calle. Lugar donde se apoyo sobre sus rodillas, tratando de calmar su respiración, ya que su mismo musculo cardiaco parecía estar por estallar.