28/06/2015, 17:35
Mientras que el rubio se limitaba a seguir la treta tramada, el peliblanco pareció pasar olímpicamente de todo. A la quinta vuelta o así, los ánimos de la persecución iban mermando, pero al chico solo le faltaron las palomitas. De espectador, se limitó a ver como perseguían al de Kusa, no se dignó siquiera a intentar ayudar... no. De hecho, hasta buscó un asiento cómodo y placentero. En una de las vuelta, el Yotsuki no pudo evitar mirarlo bastante indignado.
Pese a la actitud del chico, el rubiales no podía dejar atrás su plan, debía proseguir. Patinó y patinó, hasta que la mujer llegó a su límite. El hombre, ipso facto, paró a su vera. Ambos se llevaron las manos a los cuadriceps, dejándose reposar sobre éstos con un claro cansancio. Trataban de poco a poco retomar la respiración, cosa que parecía costarles la misma vida.
— Como te coa, te va tragá la rros de una soa ves! — Vociferó pee al cansancio.
Fue entonces que el chico se acerco, evidentemente no demasiado. Se encontraban en la parte posterior de la casa, por lo que el peliblanco no sería testigo por el momento. Con recelo, pues no se fiaba un solo pelo, el Yotsuki comenzó con su táctica.
— Mujer, ¿No entiendes que soy mucho mas pequeño que vosotros? Ni en toda una semana me sería imposible comer ese plato tan grande! Mucho menos en un almuerzo. ¿Tanto te cuesta entenderlo? Mi estómago no da para mas! —
El hombre miró a la mujer, casi sin comprender el porqué de todo éste alboroto. No tardó en comprenderlo. La situación era evidente, aunque cualquiera se ponía en contra de esa mujer... tenía carácter y cuerpo para tumbar a una legión entera. No cabía esperar que el hombre intentase imponerse, y de hecho no lo hizo... dos tetas tiran mas que dos carretas. Teniendo en cuenta el tamaño de la mujer.... eso había de tirar mas que una limusina de marca ferrari.
— Te la disho po la buena! como te coa te van terá! —
— Tsk! — Masculló el chico mientras retomaba la carrera.
De nuevo, la persecución se ponía en marcha. Ni el desaliento les hacía cambiar de opinión... esto no pintaba que fuese a funcionar. Quizás un par de vueltas mas y lo intentaba de nuevo... si no funcionaba en la segunda, lamentablemente una tercera o cuarta vez fuese en vano.
Pese a la actitud del chico, el rubiales no podía dejar atrás su plan, debía proseguir. Patinó y patinó, hasta que la mujer llegó a su límite. El hombre, ipso facto, paró a su vera. Ambos se llevaron las manos a los cuadriceps, dejándose reposar sobre éstos con un claro cansancio. Trataban de poco a poco retomar la respiración, cosa que parecía costarles la misma vida.
— Como te coa, te va tragá la rros de una soa ves! — Vociferó pee al cansancio.
Fue entonces que el chico se acerco, evidentemente no demasiado. Se encontraban en la parte posterior de la casa, por lo que el peliblanco no sería testigo por el momento. Con recelo, pues no se fiaba un solo pelo, el Yotsuki comenzó con su táctica.
— Mujer, ¿No entiendes que soy mucho mas pequeño que vosotros? Ni en toda una semana me sería imposible comer ese plato tan grande! Mucho menos en un almuerzo. ¿Tanto te cuesta entenderlo? Mi estómago no da para mas! —
El hombre miró a la mujer, casi sin comprender el porqué de todo éste alboroto. No tardó en comprenderlo. La situación era evidente, aunque cualquiera se ponía en contra de esa mujer... tenía carácter y cuerpo para tumbar a una legión entera. No cabía esperar que el hombre intentase imponerse, y de hecho no lo hizo... dos tetas tiran mas que dos carretas. Teniendo en cuenta el tamaño de la mujer.... eso había de tirar mas que una limusina de marca ferrari.
— Te la disho po la buena! como te coa te van terá! —
— Tsk! — Masculló el chico mientras retomaba la carrera.
De nuevo, la persecución se ponía en marcha. Ni el desaliento les hacía cambiar de opinión... esto no pintaba que fuese a funcionar. Quizás un par de vueltas mas y lo intentaba de nuevo... si no funcionaba en la segunda, lamentablemente una tercera o cuarta vez fuese en vano.