28/06/2015, 18:45
El joven de piel morena estaba siendo testigo de toda aquella situación tan disparatada.
Y aunque en cierto modo le hacía gracia, la expresión en el rostro del shinobi de Kusagakure demostraba todo lo contrario. Por un momento, Kazuma se compadeció de él. Después de todo a nadie le debía de gustar que le estuvieran persiguiendo, mientras que alguien más solo veía cómodamente.
«Bueno, creo que ya fue suficiente» —con esas palabras de su puso en marcha.
Se puso de pie y camino hasta el lugar donde creía que pasarían todos. Miro el sol, tomo aire y afirmo sus pies. Todo con la intención de prepararse para lo que vendría. Para su suerte no tuvo que esperar mucho, ya que el grupo aun seguía en carrera —aunque notablemente más lento.
«Si lo agarra lo mata» —Pensó el ojos grises, luego de recordar que la mujer había dicho que si lo agarraba, lo haría tragarse todo el tazón de un solo golpe —cosa que definitivamente asfixiaría de manera horrible a una persona normal.
Justo cuando el rubio le había pasado al lado —con una notable cara de enojo— Kazuma tomo su kunai y colocándolo en un ángulo especifico, reflejo la luz del sol poniente con una potencia que basto para cegar a ambos gigantes.
Debido a esto la mujer tropezó, cayendo al suelo y a esta le siguió su marido. En ese instante le hizo una seña al ojos azules para que se detuviera y se acercara.
—Vale hombre, ya está, puedes dejar de correr —dijo mientras caminaba hacia el camino enfrente de la casa.
Y aunque en cierto modo le hacía gracia, la expresión en el rostro del shinobi de Kusagakure demostraba todo lo contrario. Por un momento, Kazuma se compadeció de él. Después de todo a nadie le debía de gustar que le estuvieran persiguiendo, mientras que alguien más solo veía cómodamente.
«Bueno, creo que ya fue suficiente» —con esas palabras de su puso en marcha.
Se puso de pie y camino hasta el lugar donde creía que pasarían todos. Miro el sol, tomo aire y afirmo sus pies. Todo con la intención de prepararse para lo que vendría. Para su suerte no tuvo que esperar mucho, ya que el grupo aun seguía en carrera —aunque notablemente más lento.
«Si lo agarra lo mata» —Pensó el ojos grises, luego de recordar que la mujer había dicho que si lo agarraba, lo haría tragarse todo el tazón de un solo golpe —cosa que definitivamente asfixiaría de manera horrible a una persona normal.
Justo cuando el rubio le había pasado al lado —con una notable cara de enojo— Kazuma tomo su kunai y colocándolo en un ángulo especifico, reflejo la luz del sol poniente con una potencia que basto para cegar a ambos gigantes.
Debido a esto la mujer tropezó, cayendo al suelo y a esta le siguió su marido. En ese instante le hizo una seña al ojos azules para que se detuviera y se acercara.
—Vale hombre, ya está, puedes dejar de correr —dijo mientras caminaba hacia el camino enfrente de la casa.