5/06/2017, 03:49
La mente de Taeko estaba dividida entre sus dos compañeros. No dejaba de pensar en que era de mala educación dejar a Mogura solo, pues era ella quien lo había arrastrado a tal lugar. Por otro lado, no quería dejar sola a Ritsuko. Se tranquilizó diciéndose que Mogura parecía una buena persona, alguien calmado y comprensible, mientras que Ritsuko parecía necesitar más ayuda.
Escuchó un fuerte portazo en el recibidor, y pensó si el chico del paraguas saldría. Tal vez se había cansado o aburrido de esperar, pensamiento que alteró ligeramente el humor de la peliplateada. Además, comenzaba a escucharse algo fuera. Un silbido que sólo un feroz viento podría hacer. Taeko temió por la integridad de la posada.
Fue entonces cuando Ritsuko abrió la puerta. Declinó su ayuda y la acusó de fingir, justo antes de cerrar la puerta de nuevo en su cara.
Y eso fue todo. Taeko sintió algo en su interior, un enojo que no había sentido en su tranquila vida de niña buena y educada. Su madre le había enseñado que no era buena idea juzgar a la gente antes de conocerla, pero Ritsuko había demostrado ser una chica muy grosera.
Taeko apretó los dientes e hizo puños tan fuertemente que sus dedos le dolieron un momento. Su rostro se había enrojecido, mostrando una expresión tan inusual en ella que parecía una persona diferente.
Abrió la puerta del cuarto de Ritsuko y entró, pues no había escuchado que le pusiera el seguro. Lanzó la libretita y el carboncillo al suelo y comenzó a gritar.
”¡¿PERO QUÉ RAYOS TE PASA?! ¡YO SÓLO QUIERO AYUDARTE! ¡NO TIENES QUE PORTARTE ASÍ CONMIGO! ¡¿NO TIENES MODALES?! ¡¿NO PUEDES COMPORTARTE COMO UNA PERSONA NORMAL?! ¡¿CUÁL ES TU MALDITO PROBLEMA?!”
Claro que de su garganta solo salieron gruñidos y chillidos apagados, casi inaudibles, no el rugido que ella había imaginado. Movía la boca, abriéndola como si en realidad estuviese gritando, y manoteaba casi como haciendo un berrinche.
Al terminar, quedó resollando. Le ardía levemente la garganta, pues nunca la había forzado así. Temblaba un poco y, sin darse cuenta, había comenzado a sollozar. Nunca se había alterado tanto. Nunca le había dedicado malos pensamientos a nadie. Algo en su cabeza dudó de si un shinobi debía perder los estribos así, o se estaba dejando llevar demasiado.
”Yo… lo siento…” pensó Taeko, a pesar de que Ritsuko no hubiese escuchado nada de sus gritos mentales.
Escuchó un fuerte portazo en el recibidor, y pensó si el chico del paraguas saldría. Tal vez se había cansado o aburrido de esperar, pensamiento que alteró ligeramente el humor de la peliplateada. Además, comenzaba a escucharse algo fuera. Un silbido que sólo un feroz viento podría hacer. Taeko temió por la integridad de la posada.
Fue entonces cuando Ritsuko abrió la puerta. Declinó su ayuda y la acusó de fingir, justo antes de cerrar la puerta de nuevo en su cara.
Y eso fue todo. Taeko sintió algo en su interior, un enojo que no había sentido en su tranquila vida de niña buena y educada. Su madre le había enseñado que no era buena idea juzgar a la gente antes de conocerla, pero Ritsuko había demostrado ser una chica muy grosera.
Taeko apretó los dientes e hizo puños tan fuertemente que sus dedos le dolieron un momento. Su rostro se había enrojecido, mostrando una expresión tan inusual en ella que parecía una persona diferente.
Abrió la puerta del cuarto de Ritsuko y entró, pues no había escuchado que le pusiera el seguro. Lanzó la libretita y el carboncillo al suelo y comenzó a gritar.
”¡¿PERO QUÉ RAYOS TE PASA?! ¡YO SÓLO QUIERO AYUDARTE! ¡NO TIENES QUE PORTARTE ASÍ CONMIGO! ¡¿NO TIENES MODALES?! ¡¿NO PUEDES COMPORTARTE COMO UNA PERSONA NORMAL?! ¡¿CUÁL ES TU MALDITO PROBLEMA?!”
Claro que de su garganta solo salieron gruñidos y chillidos apagados, casi inaudibles, no el rugido que ella había imaginado. Movía la boca, abriéndola como si en realidad estuviese gritando, y manoteaba casi como haciendo un berrinche.
Al terminar, quedó resollando. Le ardía levemente la garganta, pues nunca la había forzado así. Temblaba un poco y, sin darse cuenta, había comenzado a sollozar. Nunca se había alterado tanto. Nunca le había dedicado malos pensamientos a nadie. Algo en su cabeza dudó de si un shinobi debía perder los estribos así, o se estaba dejando llevar demasiado.
”Yo… lo siento…” pensó Taeko, a pesar de que Ritsuko no hubiese escuchado nada de sus gritos mentales.
SILENCE
〘When deed speaks, words are nothing.〙
"Pienso" (thistle) ❀ ≫Escribo (orchid)
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