12/06/2017, 00:34
Luego de una extenuante, pero no desmoralizante, caminata, se encontró a si mismo frente a la gran playa de Uzushiogakure, tarareando una canción que insistía en repetirse una y otra vez en su cabeza.
“Esto no es lo que esperaba…”, pensó mientras observaba sus alrededores.
Por algún extraño malentendido cultural, el joven pueblerino esperaba ver un mar brillante y arenas claras, hermosas mujeres tomando el sol y hombres compartiendo bebidas heladas. Inclusive esperaba ver a niños correteando de un lado a otro, jugando con pelotas y construyendo castillos de arena… Pero no, la playa estaba desolada. El único rastro de que allí hubo otras personas eran las demenciales cantidades de desperdicios diseminados por todos lados. Inclusive esperaba poder respirar la brisa salina, pero el viento no soplaba, y el único olor era el de la variedad de desechos en descomposición.
Se quedo unos minutos caminando por el borde asfaltado, tarareando tranquilamente, sin llegar a pisar la arena, como digiriendo la magnitud de la tarea que tenía por delante. De pronto, su vista dio con una pequeña edificación de madera que parecía estar operativa. Decidió acercarse para ver si podría encontrar allí al peticionario de la misión.
“Así que... Kageru”, leyó aquellas palabras que yacían grabadas a un lado de la puerta.
—¡Buenos días, ¿se encuentra el señor Akamane Kageru?! —grito frente a la casa, pues temió que si golpeaba la puerta la estructura entera se viniese abajo.
“Esto no es lo que esperaba…”, pensó mientras observaba sus alrededores.
Por algún extraño malentendido cultural, el joven pueblerino esperaba ver un mar brillante y arenas claras, hermosas mujeres tomando el sol y hombres compartiendo bebidas heladas. Inclusive esperaba ver a niños correteando de un lado a otro, jugando con pelotas y construyendo castillos de arena… Pero no, la playa estaba desolada. El único rastro de que allí hubo otras personas eran las demenciales cantidades de desperdicios diseminados por todos lados. Inclusive esperaba poder respirar la brisa salina, pero el viento no soplaba, y el único olor era el de la variedad de desechos en descomposición.
Se quedo unos minutos caminando por el borde asfaltado, tarareando tranquilamente, sin llegar a pisar la arena, como digiriendo la magnitud de la tarea que tenía por delante. De pronto, su vista dio con una pequeña edificación de madera que parecía estar operativa. Decidió acercarse para ver si podría encontrar allí al peticionario de la misión.
“Así que... Kageru”, leyó aquellas palabras que yacían grabadas a un lado de la puerta.
—¡Buenos días, ¿se encuentra el señor Akamane Kageru?! —grito frente a la casa, pues temió que si golpeaba la puerta la estructura entera se viniese abajo.
![[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]](https://i.pinimg.com/originals/aa/b6/87/aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif)