17/06/2017, 05:16
—¿Cómo haces eso? ¿es alguna especie de golpe concentrando chakra?
Después de todo había logrado captar, aunque sea un poco, la atención de Aiko, no pude evitar no sonreír. —Algo así, es sencillo solo dejas que el chakra fluya en el momento adecuado, o sea, en el impacto.— Expliqué brevemente. —Se podría decir que tengo una fuerza sobrehumana.— Agregué.
—Abramos la puerta, y ya veremos qué sucede.
La interrogante fue planteada y la respuesta dada, quedaba nada más atravesar la segunda puerta, que al parecer no tenía ninguna cadena, solo madera y bisagras. —Vale, voy adelante sí gustas.— Y tras decirlo subí rápidamente los escalones que me separaban del portal. Cuando estuve frente a la manecilla posé mi derecha y relamí mis labios, demostrando un poco de ansiedad, moví lentamente la diestra a la par que el seguro de la puerta cedía sin más. Abrí lentamente, pero cada milímetro que la puerta se movía chirriaba agudamente; ante la amenaza de ser descubiertos decidí que se escuchará un solo sonido, quizá más fuerte y agudo pero más breve; la puerta quedó abierta de par en par en un segundo.
Justo detrás del marco de madera estaba la habitación, oscura como la mismísima noche, poca iluminación se logró filtrar esta habitación, la luz procedía de donde veníamos y dejaba ver un piso de madera vieja y polvorienta. Dí el primer paso hacia lo desconocido, entre la sombrío se podía percibir las siluetas de varios objetos, algunos estantes repletos de algunas herramientas y en el piso algunas bolsas, quizá habían más cosas pero se necesitaba una mejor visión y alumbrado. El espacio en sí era pequeño, quizá un viejo almacén o algún depósito.
Sí ambos miraban el techo lograrían ver que ya no había tierra, era madera, de mejor calidad y más fuerte, del centro colgaba un único bombillo que estaba apagado, por lo que el interruptor debía estar cerca de la salida, o mejor dicho la puerta de entrada. Tras caminar por aquel pobre piso, la madera crujiría de igual manera que la puerta, la situación o el entorno parecía no ponérnoslo fácil. —¿Acaso aquí todo está viejo y suena?— Dije un poco agobiado por no poder moverme en libertad.
Cuando el dúo llegase al extremo de la habitación, si miraban a su izquierda, verían una silueta, no estaba muy definida pero sí se esforzaban un poco constatarían que era una baranda que ascendía hacia lo desconocido, porque llegados a ese punto la claridad se había esfumado totalmente. —Siento que estamos más abajo de lo que imaginamos.— Murmuré.
Puse mi mano en el pasamanos y con ayuda del mismo subí lentamente cada uno de los escalones, con el característico chirrido al pisar cada uno de ellos, sonido que me ponía un poco nervioso, aquel ruido podría delatarnos y dejarnos en una situación que no queríamos. Subí de dos escalones en dos, el ruido era un poco más fuerte, pero menos... O eso parecía. 1...2...3...4... Perdí la cuenta de cuantos había subido, era larga o esa sensación me causaba, ¿sería porque estaba a ciegas?
Finalmente toqué la puerta, puse ambas manos en ella, era de madera también, lisa y agradable al tacto. Separé mis brazos de lado a lado, el pasamanos había desaparecido hacía ya unos escalones y las paredes eran de concreto, exploré un poco con el tacto y rosé algo con la izquierda, lo busqué nuevamente y sentí nuevamente, era el encendedor, le dí al botón. La luz iluminó toda la escalera, fueron dos bombillos que aclararon el camino y uno único que alumbró lo que podrían decir el sótano.
—Creo que es mejor que mandes nuevamente a tus mariposas.— Propuse, después de todo la información sería de vital importancia.
Después de todo había logrado captar, aunque sea un poco, la atención de Aiko, no pude evitar no sonreír. —Algo así, es sencillo solo dejas que el chakra fluya en el momento adecuado, o sea, en el impacto.— Expliqué brevemente. —Se podría decir que tengo una fuerza sobrehumana.— Agregué.
—Abramos la puerta, y ya veremos qué sucede.
La interrogante fue planteada y la respuesta dada, quedaba nada más atravesar la segunda puerta, que al parecer no tenía ninguna cadena, solo madera y bisagras. —Vale, voy adelante sí gustas.— Y tras decirlo subí rápidamente los escalones que me separaban del portal. Cuando estuve frente a la manecilla posé mi derecha y relamí mis labios, demostrando un poco de ansiedad, moví lentamente la diestra a la par que el seguro de la puerta cedía sin más. Abrí lentamente, pero cada milímetro que la puerta se movía chirriaba agudamente; ante la amenaza de ser descubiertos decidí que se escuchará un solo sonido, quizá más fuerte y agudo pero más breve; la puerta quedó abierta de par en par en un segundo.
Justo detrás del marco de madera estaba la habitación, oscura como la mismísima noche, poca iluminación se logró filtrar esta habitación, la luz procedía de donde veníamos y dejaba ver un piso de madera vieja y polvorienta. Dí el primer paso hacia lo desconocido, entre la sombrío se podía percibir las siluetas de varios objetos, algunos estantes repletos de algunas herramientas y en el piso algunas bolsas, quizá habían más cosas pero se necesitaba una mejor visión y alumbrado. El espacio en sí era pequeño, quizá un viejo almacén o algún depósito.
Sí ambos miraban el techo lograrían ver que ya no había tierra, era madera, de mejor calidad y más fuerte, del centro colgaba un único bombillo que estaba apagado, por lo que el interruptor debía estar cerca de la salida, o mejor dicho la puerta de entrada. Tras caminar por aquel pobre piso, la madera crujiría de igual manera que la puerta, la situación o el entorno parecía no ponérnoslo fácil. —¿Acaso aquí todo está viejo y suena?— Dije un poco agobiado por no poder moverme en libertad.
Cuando el dúo llegase al extremo de la habitación, si miraban a su izquierda, verían una silueta, no estaba muy definida pero sí se esforzaban un poco constatarían que era una baranda que ascendía hacia lo desconocido, porque llegados a ese punto la claridad se había esfumado totalmente. —Siento que estamos más abajo de lo que imaginamos.— Murmuré.
Puse mi mano en el pasamanos y con ayuda del mismo subí lentamente cada uno de los escalones, con el característico chirrido al pisar cada uno de ellos, sonido que me ponía un poco nervioso, aquel ruido podría delatarnos y dejarnos en una situación que no queríamos. Subí de dos escalones en dos, el ruido era un poco más fuerte, pero menos... O eso parecía. 1...2...3...4... Perdí la cuenta de cuantos había subido, era larga o esa sensación me causaba, ¿sería porque estaba a ciegas?
Finalmente toqué la puerta, puse ambas manos en ella, era de madera también, lisa y agradable al tacto. Separé mis brazos de lado a lado, el pasamanos había desaparecido hacía ya unos escalones y las paredes eran de concreto, exploré un poco con el tacto y rosé algo con la izquierda, lo busqué nuevamente y sentí nuevamente, era el encendedor, le dí al botón. La luz iluminó toda la escalera, fueron dos bombillos que aclararon el camino y uno único que alumbró lo que podrían decir el sótano.
—Creo que es mejor que mandes nuevamente a tus mariposas.— Propuse, después de todo la información sería de vital importancia.