17/06/2017, 18:18
Mogura no pudo evitar notar el gesto de la chica, claro que ella misma no parecía muy interesada en ocultarlo tampoco. De modo que cuando tomaron asiento, el joven médico llevó su mano hasta su costado y desprendió su kit médico.
Mientras la joven redactaba la nota, el muchacho colocaría el contenedor sobre su falda y tomaría un pañuelo del interior de este. Un trozo de tela bastante fresco que sin duda alguna le vendría bien para eliminar los detalles que la joven trataba de ocultar.
Sírvete por favor, Kikazura-san.
Ofrecería entonces mientras miraba atentamente las letras de la chica, la calidad de la caligrafía había bajado en nivel desde que la chica había ido a ver a su compatriota. Al parecer y juzgando por las palabras escritas, Ritsuko ya no quería ayuda y no había que molestarse en preocuparse más por ella.
Vaya... después de las molestias que nos hemos tomado para intentar darle una mano... ¡Qué pena!
Realmente era una pena, habían quedado atrapados en la cabaña por intentar ayudar a la pelirroja.
Será mejor relajarse un poco, tenemos un rato antes de que la tormenta pase.
En la mente del joven médico estaban surgiendo una serie de interrogantes, deseaba algunas respuestas pero tenía que hilar bien las cosas si quería conseguirlas. De una forma u otra, tanto Taeko como él no tenían a donde ir, esa sala era su unico lugar en esa cabaña.
Mientras la joven redactaba la nota, el muchacho colocaría el contenedor sobre su falda y tomaría un pañuelo del interior de este. Un trozo de tela bastante fresco que sin duda alguna le vendría bien para eliminar los detalles que la joven trataba de ocultar.
Sírvete por favor, Kikazura-san.
Ofrecería entonces mientras miraba atentamente las letras de la chica, la calidad de la caligrafía había bajado en nivel desde que la chica había ido a ver a su compatriota. Al parecer y juzgando por las palabras escritas, Ritsuko ya no quería ayuda y no había que molestarse en preocuparse más por ella.
Vaya... después de las molestias que nos hemos tomado para intentar darle una mano... ¡Qué pena!
Realmente era una pena, habían quedado atrapados en la cabaña por intentar ayudar a la pelirroja.
Será mejor relajarse un poco, tenemos un rato antes de que la tormenta pase.
En la mente del joven médico estaban surgiendo una serie de interrogantes, deseaba algunas respuestas pero tenía que hilar bien las cosas si quería conseguirlas. De una forma u otra, tanto Taeko como él no tenían a donde ir, esa sala era su unico lugar en esa cabaña.
Hablo - Pienso