17/06/2017, 23:52
El calvo no se detuvo ante nada hasta que no estuvo enfrente de la misma puerta de aula que momentos atrás se había cerrado ante sus ojos, como una broma cruel del destino, pero ahora él tenía en sus manos el poder del universo para devolverle la broma al destino. La llave que le abriría la puerta al triunfo y la autosatisfacción, casi literalmente.
Al entrar en el aula se dirigió al pupitre indicado, esta vez de verdad. El bueno, el original, el autentico. En él encontraría dos cosas, entre las cuales debería adivinar, averiguar o suponer cual de ellas era la que tenía que recoger. Por suerte para él había luz más que suficiente en el lugar, así que pudo ver perfectamente ambas cosas. La primera era una revista erotica en la cual como chica de portada en posición de dejar más bien nada a la imaginación se encontraba la señora que le había abierto la puerta de la casa que había visitado al inicio de la misión, y que debería volver a visitar, solo que con unos cuantos años de menos igual que de ropa.
La segunda cosa que había era un chicle seco pegado al pupitre. Igual tenía que tomarse un tiempo para pensarlo o... para disfrutar de la vista.
Al entrar en el aula se dirigió al pupitre indicado, esta vez de verdad. El bueno, el original, el autentico. En él encontraría dos cosas, entre las cuales debería adivinar, averiguar o suponer cual de ellas era la que tenía que recoger. Por suerte para él había luz más que suficiente en el lugar, así que pudo ver perfectamente ambas cosas. La primera era una revista erotica en la cual como chica de portada en posición de dejar más bien nada a la imaginación se encontraba la señora que le había abierto la puerta de la casa que había visitado al inicio de la misión, y que debería volver a visitar, solo que con unos cuantos años de menos igual que de ropa.
La segunda cosa que había era un chicle seco pegado al pupitre. Igual tenía que tomarse un tiempo para pensarlo o... para disfrutar de la vista.