18/06/2017, 22:19
La muchacha realizo una educada reverencia y procedió a contarle al peliblanco el porqué de aquella misión. Le aseguro que aquel trabajo fue, en otro tiempo pasado, mucho más sencillo, lo suficiente como para que ella pudiera encargarse por cuenta propia. Sin embargo, ahora, y en plena ola de calor, resultaba un trabajo demasiado duro como para que una sola persona pudiese cumplirlo.
“Ya veo, claro, es imposible que una señorita y un adulto mayor puedan con semejante tarea”.
Mientras se explicaba, Kaede iba buscando los implementos que ambos necesitarían para limpiar la playa. A Kōtetsu no le extraño que le dieran una bolsa para guardar y unos guantes de protección, pero le llamo la atención aquel curioso instrumento compuesto por una vara de madera con una punta delgada y afilada.
—Jamás había usado uno de estos —admitió, mientras observaba el artilugio con infantil curiosidad—. Parece una especie de arpón, solo que es mucho más pequeño. ¿Servirá para cazar cangrejos o pequeñas presas en la orilla?
Mientras seguía con aquella duda, la muchacha se encamino hacia la puerta, y con un simple gesto se despidió de su abuelo. El propio Hakagurē necesito de unos segundos para volver a la tierra y marchar tras Kaede, pues esta logro embelesarle con aquel inocente movimiento, un movimiento donde su cabello oscilo con elegancia y su rostro se expreso con dulzura.
“Necesito mantenerme concentrado en el trabajo —pensó mientras caminaba detrás de Kaede—, pero con esta chica por aquí eso será un poco difícil”.
Incluso, el solo hecho de caminar tras de ella le provocaba cierta satisfacción y un embriagante divagar de la mente. Era como quedarse viendo el suave y armónico ir y venir del oleaje en la cadencia de sus pasos.
—Esta será tu zona, hay una línea que yo misma he dibujado a unos metros más allá.
—¡Claro, claro, por supuesto! —respondió con torpeza, volviendo de golpe a la realidad de su tarea.
Le fue explicado cual era la sección de playa cuyas arenas debía de asear, y también le fue recomendado que se refrescara para no sufrir de lleno las inclemencia del clima veraniego, aquel calor abrazador y agresivo. Para finalizar, la jovencita se despidió con una linda voz de complicidad y con un guiño de sus bonitos ojos que, pese a no notarse en su rostro impasible, consiguió que las mejillas de Kōtetsu se sintieran un poco más cálidas.
—Entendido… —respondió mientras la veía marchar, suponiendo que ya no habría nada que le distrajera de su cometido.
Sin espera mucho mas, comenzó a recoger cuanta basura había alrededor suyo.
“Ya veo, claro, es imposible que una señorita y un adulto mayor puedan con semejante tarea”.
Mientras se explicaba, Kaede iba buscando los implementos que ambos necesitarían para limpiar la playa. A Kōtetsu no le extraño que le dieran una bolsa para guardar y unos guantes de protección, pero le llamo la atención aquel curioso instrumento compuesto por una vara de madera con una punta delgada y afilada.
—Jamás había usado uno de estos —admitió, mientras observaba el artilugio con infantil curiosidad—. Parece una especie de arpón, solo que es mucho más pequeño. ¿Servirá para cazar cangrejos o pequeñas presas en la orilla?
Mientras seguía con aquella duda, la muchacha se encamino hacia la puerta, y con un simple gesto se despidió de su abuelo. El propio Hakagurē necesito de unos segundos para volver a la tierra y marchar tras Kaede, pues esta logro embelesarle con aquel inocente movimiento, un movimiento donde su cabello oscilo con elegancia y su rostro se expreso con dulzura.
“Necesito mantenerme concentrado en el trabajo —pensó mientras caminaba detrás de Kaede—, pero con esta chica por aquí eso será un poco difícil”.
Incluso, el solo hecho de caminar tras de ella le provocaba cierta satisfacción y un embriagante divagar de la mente. Era como quedarse viendo el suave y armónico ir y venir del oleaje en la cadencia de sus pasos.
—Esta será tu zona, hay una línea que yo misma he dibujado a unos metros más allá.
—¡Claro, claro, por supuesto! —respondió con torpeza, volviendo de golpe a la realidad de su tarea.
Le fue explicado cual era la sección de playa cuyas arenas debía de asear, y también le fue recomendado que se refrescara para no sufrir de lleno las inclemencia del clima veraniego, aquel calor abrazador y agresivo. Para finalizar, la jovencita se despidió con una linda voz de complicidad y con un guiño de sus bonitos ojos que, pese a no notarse en su rostro impasible, consiguió que las mejillas de Kōtetsu se sintieran un poco más cálidas.
—Entendido… —respondió mientras la veía marchar, suponiendo que ya no habría nada que le distrajera de su cometido.
Sin espera mucho mas, comenzó a recoger cuanta basura había alrededor suyo.
![[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]](https://i.pinimg.com/originals/aa/b6/87/aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif)