21/06/2017, 19:51
A duras penas y con el brazo izquierdo prácticamente paralizado por la anestesia, Keisuke fue capaz de recolectar una cantidad suficiente de aquella peculiar planta. La tormenta arreciaba, y en un par de ocasiones estuvo apunto de resbalar en las rocas y caer al agua; sólo su control de chakra —aunque precario— consiguió aportarle la adherencia necesaria como para no ser derribado por las fuertes rachas de viento.
A la hora de subir, el médico vio ante él la escarpada pared del acantilado. Era casi más imponente vista desde aquel punto que desde arriba, pero igual de peligrosa. La lluvia había empapado por completo la pared rocosa de arriba a abajo, dificultando enormemente la escalada. Para más inri, su brazo izquierdo seguía adormilado, por lo que prácticamente no podría usarlo para subir.
Sin emabrgo, entre las rocas del acantilado había, aquí y allá, grietas y fisuras en las que podía apoyar los pies, o alguna mano. El hilo ninja atado a los dos árboles arriba del acantilado se mantenía firme y tenso.
A la hora de subir, el médico vio ante él la escarpada pared del acantilado. Era casi más imponente vista desde aquel punto que desde arriba, pero igual de peligrosa. La lluvia había empapado por completo la pared rocosa de arriba a abajo, dificultando enormemente la escalada. Para más inri, su brazo izquierdo seguía adormilado, por lo que prácticamente no podría usarlo para subir.
Sin emabrgo, entre las rocas del acantilado había, aquí y allá, grietas y fisuras en las que podía apoyar los pies, o alguna mano. El hilo ninja atado a los dos árboles arriba del acantilado se mantenía firme y tenso.