25/06/2017, 23:07
Todo pasó tan rápido, que a Kaido no le dio tiempo de percatarse de la llegada del joven de Uzushiogakure, quien pudo observar en primera fila el cómo la mujer intentaría, tras escupir un claro y preciso "no me toques"; aplicar una especie de llave que tenía toda la intención de despotricar al escualo sobre la superficie y tenerlo así a su merced.
No obstante, Izumi supo de inmediato que su movimiento había fallado estrepitosamente, pues su agarre sobre el brazo del gyojin —a causa, probablemente, de sus manos mojadas y de la gran cantidad de humedad que existía en el cuerpo de Kaido debido a su condición de Hozuki— cedió tan pronto como intentó halar de él. Ellas resbalaron a través de la extremidad del escualo, como si su brazo fuera gelatina, aunque el mismo no se deformaría en lo absoluto, haciéndole creer, probablemente, que el movimiento no funcionó sencillamente por el hecho de que ambos estuviesen empapados de pies a cabeza.
Kaido la observó con ligera confusión y cierto desagrado, percatándose entonces de la bandana que rodeaba galantemente la cintura de la muchacha, cercana a la atadura que mantenía fija y firme su bolsa de utensilios shinobi. El símbolo: de Kusagakure no Sato.
«Maldita perra malagradecida»
—Joder, y yo que elegí creerle a Yota-san cuando decía que vosotros los de la Hierba no erais todos una panda de incultos incivilizados —espetó, con ceño fruncido y puños en ristre. Luego, miró a Ashito, aún sin saber su nombre—. ¿puedes creerlo?; y luego dicen que la bestia salvaje soy yo. ¡Já!
Soltó un ligero bufido, y luego se dirigió a la orilla; tal y como lo había hecho la supuesta dama. Kaido arrojó finalmente su azulado trasero sobre la tierra, se retiró la mochila de viaje y comenzó a sacar de mala hostia algunas prendas empapadas.
—Llevas suerte, mujer; de que estemos en el lugar donde se asentaron las bases para la tregua de nuestras aldeas. De lo contrario... —eligió no continuar con su frase, y observar a la salvaje con cierta condescendencia. Luego, increpó al otro muchacho con la mirada—. en fin, mi nombre es Kaido; de Amegakure.
No obstante, Izumi supo de inmediato que su movimiento había fallado estrepitosamente, pues su agarre sobre el brazo del gyojin —a causa, probablemente, de sus manos mojadas y de la gran cantidad de humedad que existía en el cuerpo de Kaido debido a su condición de Hozuki— cedió tan pronto como intentó halar de él. Ellas resbalaron a través de la extremidad del escualo, como si su brazo fuera gelatina, aunque el mismo no se deformaría en lo absoluto, haciéndole creer, probablemente, que el movimiento no funcionó sencillamente por el hecho de que ambos estuviesen empapados de pies a cabeza.
Kaido la observó con ligera confusión y cierto desagrado, percatándose entonces de la bandana que rodeaba galantemente la cintura de la muchacha, cercana a la atadura que mantenía fija y firme su bolsa de utensilios shinobi. El símbolo: de Kusagakure no Sato.
«Maldita perra malagradecida»
—Joder, y yo que elegí creerle a Yota-san cuando decía que vosotros los de la Hierba no erais todos una panda de incultos incivilizados —espetó, con ceño fruncido y puños en ristre. Luego, miró a Ashito, aún sin saber su nombre—. ¿puedes creerlo?; y luego dicen que la bestia salvaje soy yo. ¡Já!
Soltó un ligero bufido, y luego se dirigió a la orilla; tal y como lo había hecho la supuesta dama. Kaido arrojó finalmente su azulado trasero sobre la tierra, se retiró la mochila de viaje y comenzó a sacar de mala hostia algunas prendas empapadas.
—Llevas suerte, mujer; de que estemos en el lugar donde se asentaron las bases para la tregua de nuestras aldeas. De lo contrario... —eligió no continuar con su frase, y observar a la salvaje con cierta condescendencia. Luego, increpó al otro muchacho con la mirada—. en fin, mi nombre es Kaido; de Amegakure.