28/06/2017, 02:08
El valle de los dojos era un verdadero país, uno muy pequeño en comparación de los otros, pero tenía unos lugares bastantes curiosos, y considerados también turísticos. A penas llevaba un par de días quedándome aquí y habían unos cuantos sitios que tenía fichados para visitarles, después de todo nada me impedía hacer turismo.
En esta día opté por vestir ropas un poco más ligeras, una musculosa blanca y con un estampado negro y una bermudas verde oliva, la bandana seguía en mi frente, le suelo lucir en la mayoría de los casos y quería demostrar a los participantes del torneo que provenía de la lluvia. Mi porta-objetos venía conmigo, no sabía sí podía ocurrir un imprevisto o no.
Tras llegar a la cordillera encontré las cuevas de las que había escuchado, algunas más cortas que otras y no estaban del todo oscuras, ya que el sol aún alcanzaba a iluminar suficiente, el camino en sí no parecía ser muy largo, pero quien podría saberlo a ciencia cierta. Seguí el camino y el tiempo pasaba rápidamente, en un abrir y cerrar de ojos el astro sol ya comenzaba a ocultarse.
Llegado a este punto estaba mi dilema, seguir y llegar al final, para conocer hasta donde llegaba el camino y conseguir, o no, el supuesto palacio o volver al conjunto residencial y venir en otra oportunidad. Mientras consideraba la situación me topé con personas que regresaban, posiblemente me quedaría sólo...
No obstante, seguí el camino no estaba seguro de llegar al final pero quería avanzar un poco más. Fue entonces cuando le vi, una chica de cabellera roja, era la única que parecía no volver, una posible compañera de aventura.
—Buenas!— Exclamé, estaba a unos pasos de ella y ésta seguía de espaldas pero hable lo suficientemente alto para hacerme notar.—¿Vas a seguir subiendo?— Pregunté una vez se voltease.
En esta día opté por vestir ropas un poco más ligeras, una musculosa blanca y con un estampado negro y una bermudas verde oliva, la bandana seguía en mi frente, le suelo lucir en la mayoría de los casos y quería demostrar a los participantes del torneo que provenía de la lluvia. Mi porta-objetos venía conmigo, no sabía sí podía ocurrir un imprevisto o no.
Tras llegar a la cordillera encontré las cuevas de las que había escuchado, algunas más cortas que otras y no estaban del todo oscuras, ya que el sol aún alcanzaba a iluminar suficiente, el camino en sí no parecía ser muy largo, pero quien podría saberlo a ciencia cierta. Seguí el camino y el tiempo pasaba rápidamente, en un abrir y cerrar de ojos el astro sol ya comenzaba a ocultarse.
Llegado a este punto estaba mi dilema, seguir y llegar al final, para conocer hasta donde llegaba el camino y conseguir, o no, el supuesto palacio o volver al conjunto residencial y venir en otra oportunidad. Mientras consideraba la situación me topé con personas que regresaban, posiblemente me quedaría sólo...
No obstante, seguí el camino no estaba seguro de llegar al final pero quería avanzar un poco más. Fue entonces cuando le vi, una chica de cabellera roja, era la única que parecía no volver, una posible compañera de aventura.
—Buenas!— Exclamé, estaba a unos pasos de ella y ésta seguía de espaldas pero hable lo suficientemente alto para hacerme notar.—¿Vas a seguir subiendo?— Pregunté una vez se voltease.