1/07/2015, 20:56
La chica de Amegakure se sonrió ante la reacción de Yoshimitsu, que parecía totalmente entregado a ella. Ver a los hombres, aunque en este caso fuera más bien un niño, rendirse ante una siempre producía un ligero cosquilleo en el estómago. Una sensación fugaz pero intensa de placer, una pequeña victoria sobre el mundo. Asahina Kisho, sensei de Kunie, siempre decía que había que tener amigos hasta en los siete reinos espirituales... Y ella, pese a su juventud, lo encontraba muy acertado. ¿Quién sabe si en el futuro aquel pequeño shinobi de Kusagakure podría sacarle las castañas del fuego, en el momento menos esperado? Kunie nunca había llegado a entender la actitud de hacerse enemigos por todas partes, tan propia de la Aldea Oculta de la Lluvia.
Con un dedo en la sien, Kunie se concentró unos breves instantes, expandiendo su consciencia más allá de los límites de su propia mente. Como quien alarga un brazo invisible, la chica notó su pensamiento extenderse, abrazando al chico que tenía a su lado. En apenas unos instantes, podía oír la voz que resonaba dentro de la cabeza de Yoshimitsu tan claramente como escuchaba la que salía de sus labios.
Oyó los pensamientos del gennin, que se centraban mayormente en cuestiones quizá demasiado subiditas de tono para ser un chiquillo.
"Deben ser las hormonas... Al fin y al cabo, está en la edad."
No tardó mucho Kunie en averiguar el número que había pensado su acompañante. Sin embargo, decidió darle un poco más de dramatismo, y apretando el dedo contra la sien, hizo una mueca de tremendo esfuerzo. Tras unos momentos, se relajó, abrió los ojos y exclamó, triunfante.
- ¡Demasiado fácil! Estás pensando en el trescientos cincuenta y siete. - ensanchó la sonrisa hasta que casi parecía que iba a tocar ambas orejas.- ¿A que sí?
Con un dedo en la sien, Kunie se concentró unos breves instantes, expandiendo su consciencia más allá de los límites de su propia mente. Como quien alarga un brazo invisible, la chica notó su pensamiento extenderse, abrazando al chico que tenía a su lado. En apenas unos instantes, podía oír la voz que resonaba dentro de la cabeza de Yoshimitsu tan claramente como escuchaba la que salía de sus labios.
Oyó los pensamientos del gennin, que se centraban mayormente en cuestiones quizá demasiado subiditas de tono para ser un chiquillo.
"Deben ser las hormonas... Al fin y al cabo, está en la edad."
No tardó mucho Kunie en averiguar el número que había pensado su acompañante. Sin embargo, decidió darle un poco más de dramatismo, y apretando el dedo contra la sien, hizo una mueca de tremendo esfuerzo. Tras unos momentos, se relajó, abrió los ojos y exclamó, triunfante.
- ¡Demasiado fácil! Estás pensando en el trescientos cincuenta y siete. - ensanchó la sonrisa hasta que casi parecía que iba a tocar ambas orejas.- ¿A que sí?