2/07/2017, 22:52
—Miedo… —Repitió la pelirroja manteniendo la mirada clavada en los orbes del contrario y del mismo modo aquella sonrisa.
Como de costumbre el de Amegakure fue a más, esta vez se ofreció a contar su historia antes en un intento por ganarse la confianza de la pelirroja, pero es que si él mismo había llegado a la conclusión de que ella le tenía miedo a pesar de haber dicho varias veces que no confiaba en él, mucho sentido no tendría el mantener aquella charla sobre vidas pasadas. Probablemente haría lo que muchos, sacarían una conclusión ignorando que ella misma diga “Este es mi problema” y todo se convertiría en una pérdida de tiempo.
—La verdad no, no te tengo miedo y tampoco tengo el más mínimo interés en contarte nada —sentenció con severidad, borrándose la sonrisa de su rostro—. Eres un shinobi de Amegakure y yo de Kusagakure, no tenemos por qué confiar el uno en el otro, menos tenemos que estarnos contando las historias de nuestras vidas que ni a cuento viene —agregó dejando en claro sus ideas—Ve tú a recorrer, yo iré a otro lado.
Esta vez sería Ritsuko la que le daría la espalda a un desconocido, pues se dio media vuelta dispuesta a marcharse del lugar, otro día si lo recordaba regresaría, sola de ser posible y tal vez a buena hora, no como este día en el que ya estaba oscureciendo. Pero eso sí, la chica iba atenta a lo que pudiera ocurrir, uno nunca sabe cuándo le caerá un ataque a traición.
Como de costumbre el de Amegakure fue a más, esta vez se ofreció a contar su historia antes en un intento por ganarse la confianza de la pelirroja, pero es que si él mismo había llegado a la conclusión de que ella le tenía miedo a pesar de haber dicho varias veces que no confiaba en él, mucho sentido no tendría el mantener aquella charla sobre vidas pasadas. Probablemente haría lo que muchos, sacarían una conclusión ignorando que ella misma diga “Este es mi problema” y todo se convertiría en una pérdida de tiempo.
—La verdad no, no te tengo miedo y tampoco tengo el más mínimo interés en contarte nada —sentenció con severidad, borrándose la sonrisa de su rostro—. Eres un shinobi de Amegakure y yo de Kusagakure, no tenemos por qué confiar el uno en el otro, menos tenemos que estarnos contando las historias de nuestras vidas que ni a cuento viene —agregó dejando en claro sus ideas—Ve tú a recorrer, yo iré a otro lado.
Esta vez sería Ritsuko la que le daría la espalda a un desconocido, pues se dio media vuelta dispuesta a marcharse del lugar, otro día si lo recordaba regresaría, sola de ser posible y tal vez a buena hora, no como este día en el que ya estaba oscureciendo. Pero eso sí, la chica iba atenta a lo que pudiera ocurrir, uno nunca sabe cuándo le caerá un ataque a traición.