11/07/2017, 19:11
Aquí tienes.
El chaval agarró el libro desesperado, comprobó qué era, hojeandolo para ver si la revista estaba entre sus páginas, y se volvió hacia el calvo.
— ¿Pero qué...?
Entonces recordó que él mismo le había pedido que le trajera otro libro para disimular. Volvió a extender la mano esperando ahora lo que de verdad le importaba y no el cebo para pasar desapercibido.
Mi demora fue por tratar de buscar lo que sea que tenía que ir a buscar, porque en el banco definitivamente no estaba. ¿Alguien más sabía sobre aquello que guardabas?
—Porque alguien lo agarró antes que yo llegará.
— ¿Qué? ¡¿Qué?! ¡Es imposible! ¡Tenía que estar ahí! Joder, joder... Pues ya puedes espabilar, sin revista no hay recompensa ni misión ni ostias. No voy a ser el único en comerme un marrón aquí. ¿Qué has visto? Bueno, no me lo cuentes, mejor te apañas tú solito.
El chico iba de un lado a otro con desesperación, estaba tan nervioso que ni siquiera tuvo en cuenta las mil y una señales que Karamaru exhibía de culpabilidad. Solo miraba al suelo y se daba media vuelta tras andar un par de pasos mientras murmuraba.
El chaval agarró el libro desesperado, comprobó qué era, hojeandolo para ver si la revista estaba entre sus páginas, y se volvió hacia el calvo.
— ¿Pero qué...?
Entonces recordó que él mismo le había pedido que le trajera otro libro para disimular. Volvió a extender la mano esperando ahora lo que de verdad le importaba y no el cebo para pasar desapercibido.
Mi demora fue por tratar de buscar lo que sea que tenía que ir a buscar, porque en el banco definitivamente no estaba. ¿Alguien más sabía sobre aquello que guardabas?
—Porque alguien lo agarró antes que yo llegará.
— ¿Qué? ¡¿Qué?! ¡Es imposible! ¡Tenía que estar ahí! Joder, joder... Pues ya puedes espabilar, sin revista no hay recompensa ni misión ni ostias. No voy a ser el único en comerme un marrón aquí. ¿Qué has visto? Bueno, no me lo cuentes, mejor te apañas tú solito.
El chico iba de un lado a otro con desesperación, estaba tan nervioso que ni siquiera tuvo en cuenta las mil y una señales que Karamaru exhibía de culpabilidad. Solo miraba al suelo y se daba media vuelta tras andar un par de pasos mientras murmuraba.