3/07/2015, 14:38
Relajado pese a la escasa distancia que separaba a ambos, el de Kusa intentó convencer al peliblanco que esa situación no le iba a llevar a buen puerto. Sus argumentos volaron hacia unos oídos taponados, o hacia un simple necio. Lejos de reflexionar, de cambiar de parecer, o al menos pensar un instante qué hacer, el chico optó por proseguir con su estúpida actitud infantil. Cual niño que niega al padre el error que ha cometido, habiendo sido observado, el shinobi de Uzu continuaba con sus ilógicos argumentos de inocencia. Ya no solo le echaba la culpa al Yotsuki, si no que pasó a simplemente burlarse de él.
El rubio dejó caer un suspiro. Aún no daba crédito a lo que sus oídos le comunicaban. De nuevo se llevó la mano hacia la cabeza, hizo gesto para peinarse, echándose los pelos hacia detrás, tras lo cuál volvió a soltar otro resoplido. Su paciencia tenía un límite, y éste chico estaba siendo capaz de romper la comúnmente relajada actitud del Yotsuki. Literalmente le había destrozado con un solo golpe... ¿Acaso solo estaba provocandole para crear un conflicto entre aldeas? Fuere como fuere, sería el quien se la cargase, pues lo mínimo que debes hacer al entrar a otro país es mostrar respeto hacia sus defensores.
— Chico, chico, chico... ¿Por qué? ¿Por qué deseas tanto tener la nariz rota? ¿Está de moda? — Amenazó tajante.
Sin mas preámbulos, el rubio salió de nuevo a la carrera. La escasa carrera. Se deslizó por el suelo a toda velocidad, recortando las distancias con el de Uzu. Su brazo se iluminó, una larga cadena de rayos se mostró presente en éste, pareciendo que iba a ejecutar exactamente el mismo movimiento que antes. Sus ojos, se clavaron en todo movimiento por parte de su rival. Ya no había marcha atrás.
Sin embargo, su movimiento no era el mismo. Al recortar distancias, lo único que buscaba era que su enemigo esperase el mismo golpe físico, cosa que no haría. Sin previo aviso, y con una distancia difícil de digerir, el chico antepondría su diestra entre él y su rival, y desde ésta una descarga eléctrica impactaría contra el peliblanco. Una tormenta eléctrica en miniatura surgió como una vorágine contra el de Uzu, buscando tostar su ya bronceado cuerpo. Lejos de quedar en una simple descarga, aprovecharía el recorte de distancias para lanzarse con una patada lateral. Su propósito era tumbarlo de una sola vez, o quizás con la patada. Fuere como fuere, su objetivo era derribarlo.
— Se está rifando una paliza, y tu has comprado todas las putas papeletas.... que suertudo! —
El rubio dejó caer un suspiro. Aún no daba crédito a lo que sus oídos le comunicaban. De nuevo se llevó la mano hacia la cabeza, hizo gesto para peinarse, echándose los pelos hacia detrás, tras lo cuál volvió a soltar otro resoplido. Su paciencia tenía un límite, y éste chico estaba siendo capaz de romper la comúnmente relajada actitud del Yotsuki. Literalmente le había destrozado con un solo golpe... ¿Acaso solo estaba provocandole para crear un conflicto entre aldeas? Fuere como fuere, sería el quien se la cargase, pues lo mínimo que debes hacer al entrar a otro país es mostrar respeto hacia sus defensores.
— Chico, chico, chico... ¿Por qué? ¿Por qué deseas tanto tener la nariz rota? ¿Está de moda? — Amenazó tajante.
Sin mas preámbulos, el rubio salió de nuevo a la carrera. La escasa carrera. Se deslizó por el suelo a toda velocidad, recortando las distancias con el de Uzu. Su brazo se iluminó, una larga cadena de rayos se mostró presente en éste, pareciendo que iba a ejecutar exactamente el mismo movimiento que antes. Sus ojos, se clavaron en todo movimiento por parte de su rival. Ya no había marcha atrás.
Sin embargo, su movimiento no era el mismo. Al recortar distancias, lo único que buscaba era que su enemigo esperase el mismo golpe físico, cosa que no haría. Sin previo aviso, y con una distancia difícil de digerir, el chico antepondría su diestra entre él y su rival, y desde ésta una descarga eléctrica impactaría contra el peliblanco. Una tormenta eléctrica en miniatura surgió como una vorágine contra el de Uzu, buscando tostar su ya bronceado cuerpo. Lejos de quedar en una simple descarga, aprovecharía el recorte de distancias para lanzarse con una patada lateral. Su propósito era tumbarlo de una sola vez, o quizás con la patada. Fuere como fuere, su objetivo era derribarlo.
— Se está rifando una paliza, y tu has comprado todas las putas papeletas.... que suertudo! —