3/07/2015, 18:24
Ambos shinobi avanzaban lentamente por aquella oscura y angosta oquedad en la roca. Cada paso era un paso hacia lo desconocido, con la esperanza de que les condujese hacia una salida o al menos hacia algún lugar más acogedor dentro de aquella despiadada cueva.
La pelinegra podía notar como el agua corría por todo su cuerpo, como si se encontrase bajo la incesante lluvia. La filtración de agua era sin lugar a dudas un problema añadido, pues aumentaba la sensación de frío con cada paso. Si la antorcha iluminase un poco más, casi que podría ver vaho salir de su boca con cada bocanada de aire. La bajada de temperatura traía consigo otro efecto nada agradable, el dolor de la herida se intensificaba bastante y comenzaba a ser insoportable, incluso para alguien como ella
"Necesitamos salir de aquí rápido..." era el pensamiento que la mantenía enfocada en el sendero, pero no podía evitar que el dolor atrajese de vez en cuando la atención de su mente hacia el lado más pesimista "Vamos Tomoe, sigue avanzando" se decía cada vez que aquello pasaba, no podía permitirse morir en un sitio como aquel.
Por suerte para ambos shinobis, el túnel parecía llegar a su fin y se abría a una caverna que se intuía bastante más amplía que aquellos pasillos
—Creo que hemos llegado a otra caverna— la chica abandonó aquel angosto pasillo y sin dudarlo se aventuró un poco hacia delante, alejándose unos metros de la entrada a la sala. Sin duda estaban en otro lugar, menos húmedo pero igual de oscuro que los anteriores —No estoy segura de si es la dirección correcta— confesó la chica —pero al menos avanzamos— La pelinegra se volteó y observó a su compañero y la antorcha. Esta comenzaba ya a desaparecer
"Si nos quedamos sin luz, no saldremos" fue lo primero que pensó "Necesitamos algo más de combustible..." no tardó mucho en reparar que quizás lo mejor fuese utilizar algo de su ropa para mantenerlo. Tomoe no dudó en romper sus pantalones para arrancar las perneras, hasta convertirlos prácticamente en unos shorts para después hacer lo mismo con la camiseta. Hizo una bola con la ropa, y se la lanzó a su compañero
—Aviva la antorcha o no saldremos de aquí— se limitó a decir antes de voltearse de nuevo y seguir escudriñando las sombras en busca de una pista, de una tenue luz que les llevase hasta una salida
La pelinegra podía notar como el agua corría por todo su cuerpo, como si se encontrase bajo la incesante lluvia. La filtración de agua era sin lugar a dudas un problema añadido, pues aumentaba la sensación de frío con cada paso. Si la antorcha iluminase un poco más, casi que podría ver vaho salir de su boca con cada bocanada de aire. La bajada de temperatura traía consigo otro efecto nada agradable, el dolor de la herida se intensificaba bastante y comenzaba a ser insoportable, incluso para alguien como ella
"Necesitamos salir de aquí rápido..." era el pensamiento que la mantenía enfocada en el sendero, pero no podía evitar que el dolor atrajese de vez en cuando la atención de su mente hacia el lado más pesimista "Vamos Tomoe, sigue avanzando" se decía cada vez que aquello pasaba, no podía permitirse morir en un sitio como aquel.
Por suerte para ambos shinobis, el túnel parecía llegar a su fin y se abría a una caverna que se intuía bastante más amplía que aquellos pasillos
—Creo que hemos llegado a otra caverna— la chica abandonó aquel angosto pasillo y sin dudarlo se aventuró un poco hacia delante, alejándose unos metros de la entrada a la sala. Sin duda estaban en otro lugar, menos húmedo pero igual de oscuro que los anteriores —No estoy segura de si es la dirección correcta— confesó la chica —pero al menos avanzamos— La pelinegra se volteó y observó a su compañero y la antorcha. Esta comenzaba ya a desaparecer
"Si nos quedamos sin luz, no saldremos" fue lo primero que pensó "Necesitamos algo más de combustible..." no tardó mucho en reparar que quizás lo mejor fuese utilizar algo de su ropa para mantenerlo. Tomoe no dudó en romper sus pantalones para arrancar las perneras, hasta convertirlos prácticamente en unos shorts para después hacer lo mismo con la camiseta. Hizo una bola con la ropa, y se la lanzó a su compañero
—Aviva la antorcha o no saldremos de aquí— se limitó a decir antes de voltearse de nuevo y seguir escudriñando las sombras en busca de una pista, de una tenue luz que les llevase hasta una salida