22/07/2017, 17:05
Mientras Keisuke perdía tiempo en el mundo real, Mogura pasaba un buen momento en el mundo de los sueños.
El sueño del joven médico de caballo azabache era de lo más normal, se encontraba sentado leyendo un pergamino cuyo contenido no podría recordar porque al prestarle atención las letras se escaparían. Cuando menos se diese cuenta le tiempo habría volado y frente al pergamino aparecería una porción de pastel de fresa, su favorito.
Esto era, claramente, un reflejo de que el shinobi no había cenado nada y con la llegada de las luces de un nuevo día, su estomago le pediría comida.
En el mundo de los vivos, Keisuke llamaría a Mogura varias veces. Pero su ataque era muy poco eficaz. ¡Mogura estaba dormido como un tronco!
El sueño del joven médico de caballo azabache era de lo más normal, se encontraba sentado leyendo un pergamino cuyo contenido no podría recordar porque al prestarle atención las letras se escaparían. Cuando menos se diese cuenta le tiempo habría volado y frente al pergamino aparecería una porción de pastel de fresa, su favorito.
Esto era, claramente, un reflejo de que el shinobi no había cenado nada y con la llegada de las luces de un nuevo día, su estomago le pediría comida.
En el mundo de los vivos, Keisuke llamaría a Mogura varias veces. Pero su ataque era muy poco eficaz. ¡Mogura estaba dormido como un tronco!
Hablo - Pienso