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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#7
Su banchi accionó por última vez la tercera cuerda antes de separarlo con veloz suavidad, a la vez que sus dedos liberaban la cuerda a mitad del mástil permitiendole vibrar libremente durante sus últimos instantes, alargando el final de la pieza hasta la agonía máxima del sonido.

Hasta que la última nota no se perdió en el sonido de la lluvia, ninguno de los presentes se atrevió siquiera a aplaudir, totalmente entregados a la habilidad de aquel gigante encapuchado que había convertido un viejo barril en un improvisado escenario en mitad de aquel barrio de mala muerte.

Ashida observó los rostros de su público bajo su capucha, mujeres, niños, hombres y ancianos de toda suerte (aunque ninguno con demasiada buena estrella) rompían ahora sí a aplaudir como nunca antes habían hecho. Una vez más el chico había demostrado sus habilidades y una vez más se sentía triunfador, querido, adorado y admirado por todos ellos. Una vez más su shamisen y su habilidad, habían doblegado la voluntad de aquella gente. No importaba si tenías prisa, si no estabas de humor, o de sí te encontrabas trabajando, o metido en algún lío. Sí Yoshida tocaba, debías escucharlo.

Hizo una suave reverencia con su cabeza, agradeciendo la entrega de su público antes de descruzar sus largas piernas para apoyarlas en el suelo. Sintió de nuevo el frío barro bajo su pisada, recordando donde estaba.

Lanzó una fugaz mirada al cielo antes de incorporarse "Vaya... se me ha hecho tarde" había comenzado a tocar para matar el rato y al final se le pasó la hora "Será mejor que me ponga en marcha, no está bien hacer esperar a alguien que te ha citado" Introdujo su instrumento en una gran bolsa negra para protegerlo de la lluvia antes de echárselo al hombro.

Sus nuevos seguidores reclamaban con vítores y palmas que el recital no se detuviera mientras aquel gigante encapuchado comenzaba a caminar con parsimonia hacia una de las pequeñas y embarradas calles de aquel barrizal al que llamaban barrio.

—Quizás más tarde— respondió con una media sonrisa, elevando la mano a forma de despedida —Ahora tengo cosas que hacer...— el día se escapaba y él aún estaba un poco lejos del lugar al que debía de acudir.

—————

Un rato más tarde, Ashida se detenía frente a una puerta de metal "Aquí es" aporreó la puerta con suavidad, no quería hacerse daño en sus preciadas manos contra aquella mole de hierro.

Cualquiera podría pensar que el esfuerzo de llamar sería en vano, pues aquella casa de dos plantas parecía estar apunto de venirse abajo... sin embargo una voz respondió a la llamada del encapuchado

—¿Bajo la lluvia luminiscente quien yace? Y ¿Qué le ha traído al palacio del abandono? —

—Es un voluntario resuelto y discreto, que ha venido a iniciar una travesía a través del subsuelo — respondió con desgana el pelinegro

El sonido de cerrojos abriéndose, fue casi inmediato "Parece que no le gustan demasiado las visitas" bromeo en su cabeza mientras aguardaba que la hoja de hierro se abriese de una vez "Espero haya merecido la pena el esfuerzo de venir hasta aquí..." la lámina de hierro por fin le dejó paso, aún así tuvo que agacharse para pasar por el arco de la puerta.

No le gustaba tener que agacharse, pero estaba acostumbrado puesto que la mayoría de las construcciones estaban pensadas para gente de altura más modesta. Por suerte para Ashida, el interior de aquella casona era una especie de pub clandestino y su techo era bastante más alto de lo normal.

Le devolvió la mirada al matón que le abrió la puerta antes de pasear su vista por el local, sabía muy bien que como tratar a esos tipos. Lo principal era desmostrarles que no les tenías miedo y eso para él era fácil, entre su altura y aspecto pocos tipos eran capaces de no acojonarse.

"No está nada mal el tugurio este" parece que la suerte estaba de su lado, el lugar parecía estar abarrotado de gente y no precisamente de muertos de hambre "Huelo a dinero y eso me gusta" avanzó lentamente a través de la sala, en dirección a la barra tras la cual había divisado a una hermosa mujer "Veo que saben elegir bien el personal" sus pasos le llevaron hasta el lugar donde estaba atendiendo en aquel instante, concretamente a dos tipos que más que clientes parecían niños.

Ashida ni siquiera reparó en ellos, él estaba en aquel momento a otras cosas. Aún encapuchado, el gigante de Kusagakure se detuvo frente a la barra con su shamisen oculto casi totalmente en una bolsa negra, solo dejando el final del mástil al descubierto.

—Buenas noches, señorita— saludo con calma mientras se echaba hacia atrás su capucha, a la vez que se sentaba en el taburete —¿qué tal va la guardia?— preguntó como quién no quiere la cosa para empezar a romper el hielo con la camarera
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RE: El lado oscuro del prestigio - por Haru - 20/07/2017, 02:58
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