2/08/2017, 18:04
—Disculpe si la he asustado, señorita —se disculpó el gigante, haciendo una leve reverencia con su testa para tratar de revertir la primera impresión—. No era mi intención hacerlo.
La mujer permaneció en silencio, pero con una expresión que denotaba un tanto de incredulidad, como si no creyese que aquel hombre no se estaba divirtiendo, aunque sea un poco, con el efecto que estaba causando a los presentes en la barra.
—Vaya, parece que estoy entorpeciendo tu trabajo y molestando a tus clientes —La barman le sonrió con complicidad e hizo un gesto que daba entender que aquello no tenía mucha importancia, y que no le causaba tanto problema—. Me disculpo si también os he incomodado a ti y a tu joven compañero.
—No te preocupes, más que incomodidad, esa apariencia tuya me ha causado una fuerte impresión —admitió, mientras le dedicaba su propia mirada gris y serena—. Sin embargo, creo que has tenido un efecto un poco mas fuerte sobre mi “compañero” —dijo, refiriéndose al muchacho al otro lado del sujeto enorme y oscuro.
—Oh sí, ¿podrías ponerme un vaso de leche caliente, por favor? —solicitó mientras se daba una suave palmada en la frente—. Disculpa por hacerte perder el tiempo, no era mi intención —volvió a disculparse con una sonrisa en el rostro para quitar algo de oscuridad a su rostro—. Es solo que te vi nada más entrar y me sentí como una polilla cuando ve un farol en mitad de la noche —apoyó las manos sobre sus rodillas—. Oh vaya, no quise decir eso... esto no es que no quisiera... es que tal vez no debiera. —Se hizo el tímido bajando un poco la mirada y mostrándose un tanto contrariado—. Disculpa de nuevo si te he incomodado.
—No hay problema, este tipo de sorpresas y emociones son parte de mi trabajo —reconoció, mientras recogía la taza vacía del peliblanco—. Además, esa es la mejor parte: Una ve a tanto tipos de personas, todas diferentes y extrañas a su manera.
Les dedico una mirada a aquel curioso trió y se dio media vuelta, para seguir atendiendo las ordenes pendientes.
—Bueno, ¿que trae a un par de jóvenes valientes a un sitio tan... digamos que gris? No-no quiero decir que no podáis estar aquí, es sólo que no acostumbro a cruzarme con personas tan jóvenes como vosotros por lugares como estos.
—Honestamente, estoy aquí por una propuesta de trabajo que me parece prometedora. —Miro de reojo hacia la gente que estaba a sus espaldas: seres oscuros de todo tipo, muy variopintos, pero teniendo en común que todos estaban acostumbrados a moverse el submundo.
Estuvo a punto de preguntar las razones del recién llegado, pero en ese instante llego la muchacha que atendía la barra, sosteniendo una taza de café humeante en una mano y un vaso de leche en la otra. El Hakagurē se limito a acercar su bebida y a olvidar lo pudiese causarle curiosidad sobre aquel oscuro sujeto.
La mujer permaneció en silencio, pero con una expresión que denotaba un tanto de incredulidad, como si no creyese que aquel hombre no se estaba divirtiendo, aunque sea un poco, con el efecto que estaba causando a los presentes en la barra.
—Vaya, parece que estoy entorpeciendo tu trabajo y molestando a tus clientes —La barman le sonrió con complicidad e hizo un gesto que daba entender que aquello no tenía mucha importancia, y que no le causaba tanto problema—. Me disculpo si también os he incomodado a ti y a tu joven compañero.
—No te preocupes, más que incomodidad, esa apariencia tuya me ha causado una fuerte impresión —admitió, mientras le dedicaba su propia mirada gris y serena—. Sin embargo, creo que has tenido un efecto un poco mas fuerte sobre mi “compañero” —dijo, refiriéndose al muchacho al otro lado del sujeto enorme y oscuro.
—Oh sí, ¿podrías ponerme un vaso de leche caliente, por favor? —solicitó mientras se daba una suave palmada en la frente—. Disculpa por hacerte perder el tiempo, no era mi intención —volvió a disculparse con una sonrisa en el rostro para quitar algo de oscuridad a su rostro—. Es solo que te vi nada más entrar y me sentí como una polilla cuando ve un farol en mitad de la noche —apoyó las manos sobre sus rodillas—. Oh vaya, no quise decir eso... esto no es que no quisiera... es que tal vez no debiera. —Se hizo el tímido bajando un poco la mirada y mostrándose un tanto contrariado—. Disculpa de nuevo si te he incomodado.
—No hay problema, este tipo de sorpresas y emociones son parte de mi trabajo —reconoció, mientras recogía la taza vacía del peliblanco—. Además, esa es la mejor parte: Una ve a tanto tipos de personas, todas diferentes y extrañas a su manera.
Les dedico una mirada a aquel curioso trió y se dio media vuelta, para seguir atendiendo las ordenes pendientes.
—Bueno, ¿que trae a un par de jóvenes valientes a un sitio tan... digamos que gris? No-no quiero decir que no podáis estar aquí, es sólo que no acostumbro a cruzarme con personas tan jóvenes como vosotros por lugares como estos.
—Honestamente, estoy aquí por una propuesta de trabajo que me parece prometedora. —Miro de reojo hacia la gente que estaba a sus espaldas: seres oscuros de todo tipo, muy variopintos, pero teniendo en común que todos estaban acostumbrados a moverse el submundo.
Estuvo a punto de preguntar las razones del recién llegado, pero en ese instante llego la muchacha que atendía la barra, sosteniendo una taza de café humeante en una mano y un vaso de leche en la otra. El Hakagurē se limito a acercar su bebida y a olvidar lo pudiese causarle curiosidad sobre aquel oscuro sujeto.