7/07/2015, 15:37
El peliblanco fue bastante sensato al reaccionar rápidamente ante la situación, indicando que mejor sería largarse de allí antes de que todo se complicase más. La kunoichi asintió mientras su compañero se ponía en marcha, adelantándose a ella para guiarlos con la luz por la galería.
Las cosas parecían ir de mar en peor, ahora no sólo estaban perdidos, si no que por culpa de Tomoe un torrente de agua se había desatado a sus espaldas.
"Creo que cometí un error al pensar que esa explosión abriría una salida..." se lamentó la joven que giró sobre sus talones y comenzó a seguir al de uzushio lo más rápido que la situación le permitía.
Los shinobis fueron avanzando, poco a poco el sonido del agua parecía acercarse a ellos y para su desgracia, el túnel comenzaba a descender ligeramente. Y si todo esto no fuese suficiente, frente a ellos el sendero se bifurcaba en tres galerías. Una frente a ellos muy estrecha, otra ligeramente más grande y a su izquierda una bastante más amplias que las otras dos pero visiblemente más descendente aún
—Maldición— se lamentó la chica casi para sí misma —¿Cuál deberíamos escoger?— le preguntó a su compañero, pues aunque le costase admitirlo sus ideas les habían llevado hasta aquella precaría situación. Era hora de que dejase que su compañero tomase las riendas.
Las cosas parecían ir de mar en peor, ahora no sólo estaban perdidos, si no que por culpa de Tomoe un torrente de agua se había desatado a sus espaldas.
"Creo que cometí un error al pensar que esa explosión abriría una salida..." se lamentó la joven que giró sobre sus talones y comenzó a seguir al de uzushio lo más rápido que la situación le permitía.
Los shinobis fueron avanzando, poco a poco el sonido del agua parecía acercarse a ellos y para su desgracia, el túnel comenzaba a descender ligeramente. Y si todo esto no fuese suficiente, frente a ellos el sendero se bifurcaba en tres galerías. Una frente a ellos muy estrecha, otra ligeramente más grande y a su izquierda una bastante más amplias que las otras dos pero visiblemente más descendente aún
—Maldición— se lamentó la chica casi para sí misma —¿Cuál deberíamos escoger?— le preguntó a su compañero, pues aunque le costase admitirlo sus ideas les habían llevado hasta aquella precaría situación. Era hora de que dejase que su compañero tomase las riendas.