Imprevistos en el valle

[Sayaka]

Tomoe ya se alejaba, a pesar de las quejas del chico. Cuando, este, pareció entrar en razón pues por primera vez en todo lo que llevaban el calvo decía algo coherente.

La pelinegra se detuvo para girarse levemente y dedicarle una leve mirada por encima de su hombro, no fue una mirada precisamente amable pero al menos volvía a hacerle caso

—¿No podías haber dicho eso desde el principio?— le recriminó fríamente la kunoichi de Amegakure mientras terminaba de darse la vuelta totalmente y volvía a caminar hacia el vendedor —¿Era tan difícil?— la chica se detuvo a unos pasos del lugar donde el chico se había detenido. Sacó un pequeño pergamino desde entre sus ropas —Coge esto— le tendió la mano para que lo recogiese —Es un salvoconducto para tí y los tuyos— le explicó fríamente, sin ni siquiera pestañear —Os permite comerciar libremente por estás tierra e incluso acudir a la capital— finalizó la chica que no apartaba su dura mirada de los ojos del calvo

"Debería de matarlo por hacerme perder el tiempo de esta manera...." se lamentaba Tomoe, que trataba de reprimir sus más crueles instintos