16/08/2017, 23:37
—... Y así niños, di un salto hacia atrás y lancé el kunai a través de su técnica de fuego, dándole justo en la bandana de su frente para luego llegar con una patada voladora a través de las llamas que se disipaban.— Comentaba un jounin de la lluvia, acompañando su relato con ademanes de sus manos en un intento por replicar las físicas de su explicación.
—¿De verdad papá?, ¿hace cuanto fue eso?— Preguntaba una jovencita en silla de ruedas, con brillos en sus ojos los cuales reflejaban una emoción de ilusión.
—Hmmmm—. Se llevó la mano al mentón cómo si le tomara esfuerzo recordar. —La verdad no recuerdo la fecha exacta, pero tendría más o menos la edad de tu hermano. Después de todo, hacía ya 10 años que no se celebraba un torneo tan grande cómo este—. Negó con la cabeza a la vez que se cruzaba de brazos.
—Bah— Suspiró molesto el chico tuerto mientras empujaba la silla de la inválida.
Estaba de muy mal humor, más que el de costumbre. Su padre, en un intentó por calmar la tensión familiar, decidió llevarlos cómo espectadores al magno evento que se celebraba en el Valle de los Dojos. Si bien, habían llegado con mucho retraso, perdiéndose la primera ronda de los mismos. Más, eso no era lo que incomodaba al joven Isa, sino la presión que ejercía en sus hombros el no participar en el mismo. Siendo que en el relato de su padre mencionaba que tenía la misma edad que él, sólo acentuaba el sentimiento de inutilidad que tenía encima, generándole culpa.
"Me pregunto, me pregunto si Kaido estará aquí." Él sólo imaginarlo le daba mala espina, por lo que sacudió su cabeza cómo si eso fuera a sacar las ideas de su mente. "Maldita sea ojalá que no me tope ni con él ni con Kurozuchi por aquí, lo último que necesito es verlos a la cara." Más que nada porque sabía que tendría que rendir cuentas tras desaparecer en el regreso de su última misión, dejando al equipo totalmente vendido. Sí, era su culpa, pero no necesitaba que alguien más se lo restregase en la cara. "No quiero escuchar la jodienda de Kaido."
—Kagetsuna, ¡Kagetsuna!— Se agachó el hombre a gritarle justo en la oreja.
—¡ARGH! ¡Maldición papá! ¿Quieres dejarme sin escuchar en una oreja también?— Le reclamó mientras apretaba las puños.
—Ay hijo, no te enfades, además parecías muy concentrado en tus pensamientos. Cómo sea, llevare a tu hermana a comprar recuerdos, tu podrías ir a entrenar a ver si haces algo productivo, solo recuerda estar de regreso antes de las siete para ir de nuevo a Sendoshi. ¡Nos vemos!— Dijo arrebatándole los manubrios de la silla y sonriendo, lléndose sin él.
—¿QUÉ? ¡No me chingues!— Recriminó, pero su padre ya le había dado la espalda. Por su parte, su hermana volteó con una sonrisa nerviosa y alzó los hombros, mientras el niño observaba cómo lo dejaban varado.
"Haz algo productivo blah blah, no debiste huir de tu sensei blah blah, a tu edad yo estaba compitiendo blah blah." Refunfuñaba al caminar, moviendo los labios sin dejar que las maldiciones fuesen lo suficientemente audibles. Le molestaba la actitud de su padre, pese a ser un tipo de lo más afectuoso y alegre, podía decir las crueldades y verdades más duras con una sonrisa en el rostro. Sí, le había herido un poco el orgullo. "Nah, no puedo permitir que me de complejo de inferioridad, suficiente tengo con mi condenada estatura."
Si que iba a hacer algo productivo, cómo entrenar, pero no porque su papá se lo dijera, no claro que no... "Cómo sea." Llegando a un tal Bosque Sagrado, el muchacho empezó a calcular con su mente alturas y distancias entre los troncos, además de lo doloroso que podía ser una falla. Sin embargo, no estaba sólo en aquel sitio, percatándose de inmediato de otro niño en la zona. ¿Sería un participante del torneo?, pues tampoco tenía prisa en averiguarlo. Se limitó a acercarse a observar mientras mantenía las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta, prestando atención a sus movimientos que tampoco parecían la gran cosa. Se quedó parado cerca, sin decir nada. Si el otro lo miraba bueno, y si no, también bueno. Después de todo podría aprender algo observando a los demás, o bien, ese era su pretexto para no hacer el esfuerzo el mismo.
—¿De verdad papá?, ¿hace cuanto fue eso?— Preguntaba una jovencita en silla de ruedas, con brillos en sus ojos los cuales reflejaban una emoción de ilusión.
—Hmmmm—. Se llevó la mano al mentón cómo si le tomara esfuerzo recordar. —La verdad no recuerdo la fecha exacta, pero tendría más o menos la edad de tu hermano. Después de todo, hacía ya 10 años que no se celebraba un torneo tan grande cómo este—. Negó con la cabeza a la vez que se cruzaba de brazos.
—Bah— Suspiró molesto el chico tuerto mientras empujaba la silla de la inválida.
Estaba de muy mal humor, más que el de costumbre. Su padre, en un intentó por calmar la tensión familiar, decidió llevarlos cómo espectadores al magno evento que se celebraba en el Valle de los Dojos. Si bien, habían llegado con mucho retraso, perdiéndose la primera ronda de los mismos. Más, eso no era lo que incomodaba al joven Isa, sino la presión que ejercía en sus hombros el no participar en el mismo. Siendo que en el relato de su padre mencionaba que tenía la misma edad que él, sólo acentuaba el sentimiento de inutilidad que tenía encima, generándole culpa.
"Me pregunto, me pregunto si Kaido estará aquí." Él sólo imaginarlo le daba mala espina, por lo que sacudió su cabeza cómo si eso fuera a sacar las ideas de su mente. "Maldita sea ojalá que no me tope ni con él ni con Kurozuchi por aquí, lo último que necesito es verlos a la cara." Más que nada porque sabía que tendría que rendir cuentas tras desaparecer en el regreso de su última misión, dejando al equipo totalmente vendido. Sí, era su culpa, pero no necesitaba que alguien más se lo restregase en la cara. "No quiero escuchar la jodienda de Kaido."
—Kagetsuna, ¡Kagetsuna!— Se agachó el hombre a gritarle justo en la oreja.
—¡ARGH! ¡Maldición papá! ¿Quieres dejarme sin escuchar en una oreja también?— Le reclamó mientras apretaba las puños.
—Ay hijo, no te enfades, además parecías muy concentrado en tus pensamientos. Cómo sea, llevare a tu hermana a comprar recuerdos, tu podrías ir a entrenar a ver si haces algo productivo, solo recuerda estar de regreso antes de las siete para ir de nuevo a Sendoshi. ¡Nos vemos!— Dijo arrebatándole los manubrios de la silla y sonriendo, lléndose sin él.
—¿QUÉ? ¡No me chingues!— Recriminó, pero su padre ya le había dado la espalda. Por su parte, su hermana volteó con una sonrisa nerviosa y alzó los hombros, mientras el niño observaba cómo lo dejaban varado.
"Haz algo productivo blah blah, no debiste huir de tu sensei blah blah, a tu edad yo estaba compitiendo blah blah." Refunfuñaba al caminar, moviendo los labios sin dejar que las maldiciones fuesen lo suficientemente audibles. Le molestaba la actitud de su padre, pese a ser un tipo de lo más afectuoso y alegre, podía decir las crueldades y verdades más duras con una sonrisa en el rostro. Sí, le había herido un poco el orgullo. "Nah, no puedo permitir que me de complejo de inferioridad, suficiente tengo con mi condenada estatura."
Si que iba a hacer algo productivo, cómo entrenar, pero no porque su papá se lo dijera, no claro que no... "Cómo sea." Llegando a un tal Bosque Sagrado, el muchacho empezó a calcular con su mente alturas y distancias entre los troncos, además de lo doloroso que podía ser una falla. Sin embargo, no estaba sólo en aquel sitio, percatándose de inmediato de otro niño en la zona. ¿Sería un participante del torneo?, pues tampoco tenía prisa en averiguarlo. Se limitó a acercarse a observar mientras mantenía las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta, prestando atención a sus movimientos que tampoco parecían la gran cosa. Se quedó parado cerca, sin decir nada. Si el otro lo miraba bueno, y si no, también bueno. Después de todo podría aprender algo observando a los demás, o bien, ese era su pretexto para no hacer el esfuerzo el mismo.