18/08/2017, 01:30
Recuento de los hechos: Todo se distorsionó en menos de 5 minutos y el joven Isa apenas si podía ordenar las ideas en su cabeza. "No es posible, es jodidamente imposible." Se suponía que ella iba a recuperarse del accidente, se suponía que él debía recibirle con la buena nueva de haber completado una misión, se suponía que entrenarían en el dojo cuando estuviese mejor. "¿Qué salió mal?" Algo que él no podía controlar, ni arreglar. Mucho menos intentar comprender, pues sólo deseaba sacar las ideas de su cabeza y descargar su rabia.
Aunque no lo quisiera admitir, era mucho más inmaduro de lo que creía. No deseaba reprimir sus emociones cómo se suponía que debería hacer un shinobi, sino que las dejó salir, cómo el niño que era. "Maldición." Quería aparentar ser autosuficiente, pero las lágrimas eran una clara llamada de auxilio y consuelo. Para él, nada podía empeorar, hasta que una voz le llamó desde un lugar alto.
—Lo que me faltaba.— Volteó lentamente el cuello, entrecerrando su único ojo que buscaba escudriñar a la fuente de su voz, siendo que al localizarla, apretó los puños y los dientes. —¡UNA RUBIA!— Se terminó de girar completamente y la señaló con su dedo índice, jadeando luego para recuperar aire tras el grito. "No podrían echarme más sal ahorita. ¿De cuál será? , ¿tonta, vanidosa o egoísta?" No necesitaba alivio de una mujer cómo ella, o eso creía él, pues no la conocía de nada.
—¡NO!, ¡no necesito ayuda de nadie y menos la tuya!— Dijo llevándose la mano diestra al pecho y estirando la zurda.
Si bien su afirmación sonaba muy contundente, eso no borraba lo rojizo de su único orbe lloroso, e incluso llegando a gimotear un poco mientras trataba de mantener el gesto amenazante.