23/08/2017, 22:58
Le dolía la cabeza un poco, lo suficiente como para apartar todo el papeleo que tenía para aquel día y ponerse a colocar los cajones del escritorio, cuando en el edificio irrumpió un joven de cabellos claros y que derrochaba aroma a arenas blancas y limpias y a agua salada. La joven recepcionista levantó su blanca mirada y lo encaró.
—Buenas tardes. Soy Hakagurē Kōtetsu y vengo a informar del cumplimiento de mi misión, el trabajo solicitado por el señor Akamane Kageru.
—Buenas tardes, un momento por favor —pidió la joven mientras sacaba un rollo con bordes de color y una gran D estampada en el medio, desenrrolló el pergamino y buscó el nombre que había mencionado el genin —Bien, aquí está, solo necesito los pergaminos que tienes que entregar, lo tacharemos y procederemos a darte tu recompensa, que se tramitará en uno o dos días.
Sonrió amablemente.
—Buenas tardes. Soy Hakagurē Kōtetsu y vengo a informar del cumplimiento de mi misión, el trabajo solicitado por el señor Akamane Kageru.
—Buenas tardes, un momento por favor —pidió la joven mientras sacaba un rollo con bordes de color y una gran D estampada en el medio, desenrrolló el pergamino y buscó el nombre que había mencionado el genin —Bien, aquí está, solo necesito los pergaminos que tienes que entregar, lo tacharemos y procederemos a darte tu recompensa, que se tramitará en uno o dos días.
Sonrió amablemente.