12/07/2015, 18:31
Llevaba unos días decaída, no sabría por qué si le preguntaran, solo sabía que su estado de ánimo últimamente no era el mejor. Eri se sentía vacía por dentro y notaba como algo en su interior faltaba, algo que no podía saber con exactitud qué era. Así que uno de los días de esa semana, vestida y con su bandana en la frente, decidió dejar su cuarto del que no salía en esos días y decidió comentarle a Shian sobre su plan para los próximos días.
-Buenos días mamá.-Saludó la menor de cabellos azules, sin embargo su voz sonaba diferente a como estaba antes. Su madre se alarmó ante ello, pero tenía mucho trabajo que hacer esos días y no podía prestar atención a su única hija como ésta merecía.
-Hola Eri.-Contestó con una sonrisa, luego se percató de que la pequeña llevaba una mochila a su espalda.-¿Vas a alguna parte?-Preguntó con curiosidad.
-Verás... He decidido salir de la villa para despejarme y pensar un poco, a solas...- Explicó la susodicha. -Volveré en unos días, ¿vale?- Esto último lo dijo mientras cogía un montón de cosas de la cocina, y sin dar tiempo a la mayor de contestar o rechistar, salió corriendo de su casa, al igual que de Uzushiogakure.
Así caminó durante toda una jornada, pensando que quizá había hecho mal en salir corriendo así de su casa, pero ella simplemente quería evadirse y salir un poco, olvidarse de todo lo que dejaba en Uzushio esos días y pensar en qué le rondaba por la cabeza últimamente para sentirse así.
''Según mi padre cuando era pequeña... Las mujeres solían tener cambios de humor estúpidos, y por eso eran mejor los hombres...'' Recordó esas palabras de su padre, pero luego negó con la cabeza. ''¿Qué estoy pensando? Son solo tonterías que me metió en la cabeza mi padre, alguna razón habrá para que me sienta así...''
Ensimismada en sus pensamientos, no se dio cuenta de que había llegado a una ciudad del País del Fuego, su nombre: Taikarune, conocida por ser una ciudad de casas de madera construida a lo largo de un gran arco de piedra que asciende por encima del mar, hasta un acantilado. Eri había oído hablar de dicha ciudad, pero nunca había tenido la oportunidad de verla en persona, así que aprovechó esos días que había conseguido para alejarse y conocer la ciudad.
La joven kunoichi echó la mirada hacia lo alto de la ciudad, sin darse cuenta de nada a su al rededor, cuando sin querer topó con la espalda de un chico más alto que ella. Solo logró a ver una cabellera gris pálido.
-Uh... Disculpa, no te había visto.-Se disculpó la joven haciendo una pequeña reverencia.
-Buenos días mamá.-Saludó la menor de cabellos azules, sin embargo su voz sonaba diferente a como estaba antes. Su madre se alarmó ante ello, pero tenía mucho trabajo que hacer esos días y no podía prestar atención a su única hija como ésta merecía.
-Hola Eri.-Contestó con una sonrisa, luego se percató de que la pequeña llevaba una mochila a su espalda.-¿Vas a alguna parte?-Preguntó con curiosidad.
-Verás... He decidido salir de la villa para despejarme y pensar un poco, a solas...- Explicó la susodicha. -Volveré en unos días, ¿vale?- Esto último lo dijo mientras cogía un montón de cosas de la cocina, y sin dar tiempo a la mayor de contestar o rechistar, salió corriendo de su casa, al igual que de Uzushiogakure.
Así caminó durante toda una jornada, pensando que quizá había hecho mal en salir corriendo así de su casa, pero ella simplemente quería evadirse y salir un poco, olvidarse de todo lo que dejaba en Uzushio esos días y pensar en qué le rondaba por la cabeza últimamente para sentirse así.
''Según mi padre cuando era pequeña... Las mujeres solían tener cambios de humor estúpidos, y por eso eran mejor los hombres...'' Recordó esas palabras de su padre, pero luego negó con la cabeza. ''¿Qué estoy pensando? Son solo tonterías que me metió en la cabeza mi padre, alguna razón habrá para que me sienta así...''
Ensimismada en sus pensamientos, no se dio cuenta de que había llegado a una ciudad del País del Fuego, su nombre: Taikarune, conocida por ser una ciudad de casas de madera construida a lo largo de un gran arco de piedra que asciende por encima del mar, hasta un acantilado. Eri había oído hablar de dicha ciudad, pero nunca había tenido la oportunidad de verla en persona, así que aprovechó esos días que había conseguido para alejarse y conocer la ciudad.
La joven kunoichi echó la mirada hacia lo alto de la ciudad, sin darse cuenta de nada a su al rededor, cuando sin querer topó con la espalda de un chico más alto que ella. Solo logró a ver una cabellera gris pálido.
-Uh... Disculpa, no te había visto.-Se disculpó la joven haciendo una pequeña reverencia.